NIVELES DE CONCIENCIA…TRANSFIGURACIÓN EN LA VIDA
Los hermanas de El Salvador, Guatemala y Honduras animaron la liturgia invitando en plena mañana a entrar en confianza esta siembra. Nos propusieron en la memoria a sembradores y sembradoras del reino: testigos de la fe, que han abonado los surcos de la historia con esas convicciones profundas al ensanchar el afecto y el corazón en estas tierras martiriales.
Durante el día culminamos los niveles de conciencia personal, universal y teologal. Trabajos grupales por etapas que van perfilando progresivamente la formación de la conciencia a niveles de responsabilidad, imagen de Dios en las etapas y en los proceso de la vida personal.
Trabajamos con base a experiencias concretas y cómo vemos reflejado en el desarrollo de la formación los niveles trabajados en los dos días anteriores. Con esto lográbamos nuestro objetivo de mostrar condición afectiva y sexual del ser humano partiendo de los cinco niveles de conciencia afectiva: sensorial, individual, personal, universal y teológico. Este marco teórico nos permitió evaluar la estructura afectiva que se ha ido gestando a lo largo de la historia de cada persona y cuál es el grado de madurez afectiva alcanzado. Además fundamentó la importancia que tiene la afectividad en el funcionamiento de la persona.
Ciertamente con mucha profesionalidad este momento fue acompañado por nuestros hermanos Irene y Rafael, quienes además dieron soporte al acompañamiento y a las intuiciones a partir de la experiencia de los hermanos y hermanas participantes.
Por la noche, tras un fecundo trabajo compartimos la mesa de la Palabra, la de la eucaristía y la de la fraternidad en la Solemnidad del Divino Salvador del Mundo, Patrono de El Salvador, el “pulgarcito de América”. Celebramos la vida, muerte y resurrección de estas patrias (Guatemala, Honduras, El Salvador) marcadas por tremendas situaciones que nos hacen ver la esperanza en este misterio transfigurador de nuestros pueblos cantados en la misa salvadoreño, en los gestos y en los personajes referenciales de su historia.
En la mañana nuestros hermanas encargados de la liturgia pusieron en nuestras manos una semilla, la noche una cruz-semilla para cada un@, decorada por la gente del pueblo sufrido de La Palma (Chalatenango). Pueblo masacrado por la guerra y que tuvo que idear nuevas formas de vida ante la devastadora violencia social del país, y que en una semilla de Copinol y tras el lustre de las manos con un dibujo primitivista en miniatura, exponen los grandes misterios de la fe logrando decir con ellos que es posible pasar de la muerte hacia la transfiguración de la vida y de dignidad. Y convirtiéndose aquella semilla insignificante en el “árbol de Dios” (como la llaman los campesinos) pues generó una cooperativa artesanal que logró convertir a este pueblo de la tristeza en danzas, colorido y en memoria de esperanza. Al final, se rifaron algunos elementos significativos que se utilizaron en la celebración.
Por la noche, se nos invitó a ver el video “Romero, un misterio de Dios”, posteriormente muchos se aglutinaron a preguntar cómo vive hoy El Salvador, Guatemala, Honduras. Con muchas imágenes de muerte, pero con las esperanzas de volver a la memoria donde un hermano obispo, fue capaz de integrar y ensanchar su corazón cuando el alma El Salvador marcaba un 24 de marzo de 1980. Como Jesús, Monseñor Romero y muchas, se transfiguraron en el misterio de su pueblo.
Hasta mañana,
El cronista