El Primer Encuentro Latinoamericano y Caribeño de la I Etapa de Formación Permanente de las Misioneras Dominicas del Rosario tuvo lugar del 3 al 30 de enero, en Santiago de Chile..
Se congregaron 39 hermanas, de entre 30 y 50 años, procedentes de las 5 provincias de América Latina y el Caribe, que comprenden los países: Ecuador, Perú, Chile, Nicaragua, Bolivia, México, Guatemala yRepública Dominicana .
Los objetivos de este encuentro fueron: crear un espacio para trabajar juntas su identidad congregacional, generacional y continental; realizar un discernimiento de manera colectiva acerca de los desafíos que la realidad de América Latina y El Caribe presenta hoy; y proyectarse como Congregación en Latinoamérica desde su etapa de formación y a la vez de aportar en la recreación de su carisma.
El encuentro de estas hermanas profesionales en educación, enfermería, psicología, trabajo social, teología, Biblia y comunicación social, entre otras disciplinas, se desarrolló en las instalaciones del Instituto Pedro de Córdoba.
Durante su estancia en Santiago de Chile, las hermanas elaboraron diversas crónicas dando cuenta de sus vivencias.
En un primer momento del encuentro, desarrollado según la metodología del VER-JUZGAR-ACTUAR, se conectaron con “los principales gritos de nuestra América Latina y caribeña herida”, provenientes de los migrantes, las mujeres y los jóvenes.
En un segundo momento, mientras eran guiadas por la Palabra, Fray Gustavo Gutiérrez las interpeló y desafió a “ser portadoras de buenas noticias para los pobres, desde el encuentro profundo y gratuito con el Dios de Jesús”. Las invitó a sumergirse en las fuentes dominicanas a través de la persona de Bartolomé de las Casas “quién nos recuerda que la evangelización es diálogo, respeto y está unida irreversiblemente a la lucha por la justicia y por la vida de los más pobres de quienes tiene Dios recuerdo y memoria muy viva”.
Por su parte, la hermana Cecilia Valbuena compartió la memoria de las raíces, “lo que nos permitió nutrirnos del profetismo de los orígenes, de la audacia de nuestros fundadores, de las intuiciones primeras, de la compasión y sensibilidad por la historia y la vida de los indígenas, su capacidad para gestar una nueva espiritualidad en medio de una realidad pobre y difícil”, aseguraron.
Un tercer paso consistió en manifestar con gestos y acciones concretas lo reflexionado, de la mano de Fray Joao Xerri y la Hna. Irene Díaz, quienes las ayudaron a generar su proyecto, reforzando su opción por “la mujer y su empoderamiento, por los y las jóvenes, por la justicia y la paz e integridad de la creación, por el aporte que desde la educación podemos realizar en la línea de la justicia”.
“En este proyecto, plasmamos también nuestro deseo de seguir apostando por la itinerancia misionera, por los proyectos misioneros interprovinciales y el fortalecimiento de nuestra comunión a nivel del continente”, acotaron.
“Concluimos nuestro encuentro con un profundo agradecimiento al Dios de la esperanza, por su presencia que nos impulsa a vivir con sentido nuestra opción misionera, ensanchando nuestro corazón y nuestras fronteras, para hacer de nuestra misión un espacio fecundo en el que, junto a los pobres, tengamos vida y vida abundante”, destacaron..