“ROSA DE LIMA NO SALIÓ DE CASA” En el siglo XVII nace la que se convirtió en la primera mujer Americana en ser declarada, por la iglesia católica, santa. Santa Rosa de Lima, mujer, latina, pobre, iletrada, y consagrada desde la vida laical1; muchos de estos elementos constituyeron un escándalo para su momento y aún para nuestro tiempo.
Hace varios meses escuché una expresión de unos de mis hermanos, él, ante mi notoria alegría por la santidad de una laica, afirmaba de forma algo peyorativa: “de laica solo tenía que no abandonó su casa”. En su momento me quedo sonando la expresión, pero meses después, y luego de algunas experiencias personales, puedo decirles ¿Acaso, el no abandonar la casa parece poco? (Srta. María Isabel Serrano Guarguatí, O.P.)
"ROSA DE LIMA NO SALIÓ DE CASA"
Semana XXI del Tiempo Ordinario – 23 de agosto de 2010
En el siglo XVII nace la que se convirtió en la primera mujer Americana en ser declarada, por la iglesia católica, santa. Santa Rosa de Lima, mujer, latina, pobre, iletrada, y consagrada desde la vida laical1; muchos de estos elementos constituyeron un escándalo para su momento y aún para nuestro tiempo.
Hace varios meses escuché una expresión de unos de mis hermanos, él, ante mi notoria alegría por la santidad de una laica, afirmaba de forma algo peyorativa: "de laica solo tenía que no abandonó su casa". En su momento me quedo sonando la expresión, pero meses después, y luego de algunas experiencias personales, puedo decirles ¿Acaso, el no abandonar la casa parece poco?
Muchos de nosotros hombres y mujeres de iglesia, si hay algo que nos ha "sacado de casa" es precisamente el trabajo apostólico. Unos de forma momentánea, y/o otros de forma definitiva; todos aprendimos que para predicar había que estar en el templo, en las "zonas de misión", el colegio, el barrio, la vereda, el hospital, entre otros tantos lugares. Sin embargo, ¿Dónde queda el lugar primero?
En algún momento, otro de mis hermanos comentaba que había algunos de sus hermanos que al entrar en la comunidad religiosa, se "volvían de mejor familia", haciendo referencia a cierta "vergüenza" que se puede sentir por lo que es y tiene la familia de origen. A muchos laicos y laicas se nos critica porque nuestra casa no es ejemplo viviente de aquello que se predica en el templo, en la catequesis, en la relación con los de fuera. Esta es la manifestación de la ceguera que hoy comenta Mateo, "Ay de ustedes, guías ciegos!" Construyendo el Reino de Dios de puerta para afuera. El salmo de hoy nos dice "cuenten a los gentiles su gloria, sus maravillas a todos los pueblos…" (Salmo 95) y vaya que lo hacemos "bien".
La intimidad y la cotidianidad hace que toda máscara se caiga y que el rostro verdadero se revele, los novios son diferentes a los esposos no por ser más buenos, sino porque los esposos son lo que la persona es en realidad. En casa nos conocen como uno es, allí no hay máscara que aguante.
"Digan a los gentiles: ¡El Señor es rey! El orbe esta afianzado y no vacila: el Señor gobierna a los pueblos con rectitud. (Salmo 95). El Reino de Dios afecta a "todo" e implica a los seres humanos, y a todo lo creado. Este implicarnos, nos lleva a vivir procesos valiosos. Duramos años predicando fuera de casa, este tiempo no es vano, la Palabra emitida va calando en la vida, y se confronta cuando un día llegamos a casa y enfrentamos las situaciones propias de la vida familiar; lo solemos hacer de forma poco evangélica y caemos una y otra vez; si hay algo que nos implica, es la vida familiar. Aceptar la familia como primer lugar de predicación no es nada fácil, y para aquellos que hemos optado por permanecer en casa, como lo hizo Rosa de Lima, la familia toma fuerza sacramental.
Muchas de las prácticas ascéticas que tenía Rosa de Lima, no recomendables para nuestro tiempo, giraban en la claridad que ella tenía; ella sabía que no hay nada más peligroso como el orgullo y la vanidad. Ella se propuso mortificar su orgullo, su amor propio, su deseo de aparecer y de ser admirada y conocida. En la familia se nos confronta el orgullo, el amor propio choca con las necesidades, y la oscuridad que tenemos en nuestras actitudes no nos hace fácilmente admirados, pero seguimos siendo amados. Es increíble, pero la paradoja del ser humano le hace meterse en unos ciclos en donde se le hace daño al ser que más se ama.
No hay duda que la opción por amar es fuente de purificación. Asumir nuestra casa como primer espacio de predicación es tomar la tarea de Rosa de Lima, aniquilar nuestro ego. Fue mi tarea cuando un día me observé a mi misma y me di cuenta que el problema de mi casa, no era otro sino yo. Sigue siendo mi tarea y el pendiente a retomar en medio de esta fiesta. Hoy hombres y mujeres peruanos echan cartas con buenos deseos al pozo donde Rosa de Lima dejó caer la llave de su cinturón de Cilicios, y visitan la ermita que ella misma construyó, dentro de su casa, haciendo de ella su primer lugar de Predicación, de encuentro e implicación con Dios.
Hermanos y hermanas, que en esta fiesta seamos consientes de la necesidad de purificar nuestro corazón, de la necesidad de dejar que su palabra implique todos los espacios de nuestra vida y nos haga guías videntes.
Buena fiesta.
Srta. María Isabel Serrano Guarguatí, O.P.