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Reflexión: El silencio y la palabra de María (en los Misterios Gozosos del Rosario)

EL SILENCIO Y LA PALABRA DE MARÍA (en los misterios gozosos del Rosario ) La festividad del Rosario, añeja tradición  de  la Orden Dominicana, suele motivarnos a buscar con sana curiosidad histórica los orígenes de esa devoción ancestral de tan hondo calado en el pueblo cristiano. Pero si somos acuciosas en la investigación, ella nos llevará paulatinamente a descubrimientos que mermarán la noble pretensión familiar de “apropiarnos” de esa devoción, aunque  las iglesias dominicanas de  Latinoamérica sigan mostrándonos en el camarín presidencial la imagen de nuestra Virgen con el Niño entregando el rosario de 15 misterios a santo Domingo de Guzmán… (Consuelo de Prado)

 

EL SILENCIO Y LA PALABRA DE MARÍA

(en los misterios gozosos del Rosario )

 

1.     Los orígenes de una devoción popular

La festividad del Rosario, añeja tradición  de  la Orden Dominicana, suele motivarnos a buscar con sana curiosidad histórica los orígenes de esa devoción ancestral de tan hondo calado en el pueblo cristiano.

Pero si somos acuciosas en la investigación, ella nos llevará paulatinamente a descubrimientos que mermarán la noble pretensión familiar de “apropiarnos” de esa devoción, aunque  las iglesias dominicanas de  Latinoamerica sigan mostrándonos en el camarín presidencial la imagen de nuestra Virgen con el Niño entregando el rosario de 15 misterios a santo Domingo de Guzmán…

2.     Necesidad de “relecturas”

Esa imagen de María del Rosario, según otra tradición europea,  fue llevada por los ejércitos de Felipe II a una sonada batalla, la de Lepanto, en 1571 para defender  la  cristiandad contra los turcos… y, un tiempo más tarde, los frailes dominicos  que acompañaron en su viaje  a los colonizadores,  la trajeron a  las Indias para que acompañara su empresa evangelizadora. .. 

Se ha dicho, con fina agudeza, que la gente ha leído siempre en María los rasgos que se ajustaban a un tiempo determinado, a una cultura específica. Quizás también por eso  han surgido, por estos lares de nuestra América, relecturas indígenas, que cambiaron las facciones y también el nombre de la Virgen.

Los pobladores  de Pocchoray (Pariacochas) en el Perú, por ejemplo, hace mucho tiempo decidieron cambiar a la Virgen del Rosario, traída de Europa junto con la carga colonial, por  la Virgen Pocchorina, una imagen  inculturada e indígena, identificada con el pueblo sufrido.

3.     Incorporando la Palabra bíblica

El Evangelio de la Infancia, propio de Lucas, nos abre una perspectiva teológica muy fecunda para entender la mariología, ya que nos invita a hacer memoria, contemplar y predicar el Misterio de la Encarnación, que es central en nuestra fe cristiana.  Acercarnos al Jesús histórico,  “nacido de mujer”, (cf Gal 4,4), en el tercer   misterio gozoso ,  nos permite detenernos y ahondar en  la clave de  fragilidad y debilidad humanas en la que Dios  decide entrar por la Encarnación del Verbo.

Esta perspectiva evangélica,  abre  ante nosotras una pista mariana diferente,  que los misterios gozosos, particularmente los tres primeros, nos ayudan a profundizar.  Fijémonos  en  la  dinámica relación que se puede establecer entre el primer misterio, La Anunciación y el segundo, La Visitación.

Si sólo contempláramos,  inspiradas  por la Anunciación de  Fra Angélico, a la  María del “Fiat”, del “Hágase en  mí según tu palabra”, nos quedaríamos con una imagen incompleta, aunque muy bella: María como “ Mujer del SILENCIO”.

Pero incompleta porque ese icono de María, que  nos ha sido presentado, con mucha frecuencia, asociándole al silencio   las  ideas de pasividad, sumisión y obediencia, se vuelve símbolo de una santidad pasiva, que resulta incompleta y alejada del Espíritu.  

Saltemos a conectar la María del silencio con la andariega y elocuente María del Magnificat. La visitación a Isabel le da a María, en el texto lucano,  la posibilidad de expresarse  holgadamente.

Es bueno que, en el 2° misterio gozoso, escuchemos  atentamente el canto del Magníficat que ella proclama ante su prima y ante todas las generaciones. ¿Qué podemos decir nosotras hoy? 

Que hay en María un tiempo de callar y un tiempo de hablar, como nos dice el Eclesiastés ( 3,7b). Y que el silencio  preparó  en el corazón de María la palabra profética.

Y ésta la convirtió en discípula coherente, mujer que escuchó y cumplió la Palabra y por eso fue madre y hermana y amiga de Jesús.

 En esa dinámica fecunda que va del Fiat y al Magnificat nos invita María a vivir como mujeres, discípulas y profetas.

 

 Consuelo de Prado

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