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San Martín de Porres, patrono de la justicia social

San Martín de Porres, patrono de la justicia social

Hablar de la vida de Fray Martín es hablar del evangelio, ya no en el abstracto sino puesto en práctica, es descubrir el mandamiento del amor a Dios y al prójimo encarnado en una forma extraordinaria.

El pequeño Martín nació el 9 de diciembre en Lima en 1579, hijo natural de noble español Juan de Porres y negra africana negra libre panameña Ana Velásquez. Coincidentemente fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, en la misma pila y por el mismo párroco que había bautizado a Santa Rosa.

San Martín está bien arraigado en Lima, pues los Dominicos acompañaron a Francisco Pizarro para establecer la ciudad en la ribera del Rímac en 1535. Ellos recibieron el terreno donde se construyó el primer convento del Perú, ahora Santo Domingo. Unos 50 años más tarde el joven Martín entró en este convento como “donado” y lo hizo famoso por su vida de servicio alegre dentro del convento y en las calles de la nueva ciudad.

En la persona humilde de Martín se combinaron características de tres continentes: por su padre, un hidalgo español, es europeo; por su madre, una africana liberada, es africano; por su nacimiento en Lima es americano. Sobre todo, por su bautismo y entrega total al Señor, es católico mundial, dedicado sin limite a mejorar la vida de los más necesitados. La actitud y prioridades de San Martín nos ofrecen una base sólida para eliminar o aliviar mucho de la pobreza inhumana por todas partes del planeta. Con razón el Papa Juan XXIII, antes de canonizarlo, declaró que “es un santo no de una nación sino de todas las naciones”.

Martín, por su humildad, fue un ejemplo encarnado de aquella bienaventuranza anunciada por Cristo para todos los últimos de esta tierra, que aprenden a poner su confianza en Dios: “Bienaventurados los pobres del espíritu, porque de ellos es el Reino del Señor”.

“Hermano Martín! ¡Hermano Martín! decía la gente cuando andaba por las calles. Defendía a los esclavos que lo tenían como a un padre. Sin perder su acostumbrada calma, insistía en que los frailes respetaran los pocos derechos de esos maltratados.

Sus obras de caridad se multiplicaron y los frailes se quejaban de que Martín quería hacer del convento un hospital, porque llevaba a su cuarto a los enfermos que no tenían albergue. Se le atribuyó también el don de la sanación, de los cuales quedan muchos testimonios, siendo las más sorprendentes la curación de enfermos desahuciados. "Yo te curo, Dios te sana" era la frase que siempre solía decir para evitar muestras de veneración a su persona.

Se le reputó control sobre la naturaleza, las plantas germinaban antes de tiempo y toda clase de animales atendían a sus mandatos. Uno de los episodios más conocidos de su vida es que hacía comer del mismo plato a un perro, un ratón y un gato en completa armonía.

El secreto de Martín de Porres yace en un corazón dominado y guiado por el Espíritu de Jesús. Para Fray Martín, las palabras de Jesús acerca del Último Juicio inspiraron su dedicación incansable a los pobres, enfermos y otros afligidos: “El Rey responderá: ‘En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de mis hermanos, me lo hicieron a mí' ”(Mt 25,40). Gracias a su amistad ilimitada con Jesús sobre la cruz y en la Eucaristía, Martín había absorbido mucho de su compasión con los doloridos y su deseo de compartir con los hambrientos. Como se lee en el librito de Harry McBride, San Martín de Porres – Patrono de la Justicia Social : “Se ha calculado que el mulato alimentaba diariamente a cerca de doscientos pobres y que semanalmente distribuía gran cantidad de artículos, medicinas y dinero”(p.40).

Cuando murió a los 60 años en 1639, miles, desde el virrey hasta los esclavos, vinieron para expresar su profunda estima y gratitud a Martín.

A pesar de la biografía ejemplar del mulato Martín de Porres, convertido en devoción fundamental de mulatos, indios y negros, la sociedad colonial no lo llevaría a los altares. Su proceso de beatificación hubo de durar hasta 1837 cuando fue beatificado por el Papa Gregorio XVI , franqueando las barreras de una anticuada y prejuiciosa mentalidad.

Por su caridad extraordinaria, en el año 1945, con la aprobación de la Santa Sede, fue nombrado Patrono de la Justicia Social.

Fray Martín de Porres, el mulato "santo de la escoba" fue canonizado el 6 de mayo de 1962 por el Papa Juan XXIII.

Al recordar al santo peruano, venerado en el mundo entero, a la luz de las bienaventuranzas, no podemos olvidar las palabras de Su Santidad, Juan XXIII, pronunciadas en la ceremonia de la canonización: «Martín nos demuestra con el ejemplo de su vida, que podemos llegar a la salvación y a la santidad por el camino que nos enseñó Cristo Jesús … Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos la dulzura y felicidad que se encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la sumisión a sus divinos mandatos.»

Clara Emilia Vásquez Pinzón, OP

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