“La alegría del Evangelio” es el título del primer gran escrito del Papa Francisco. El Papa reconoce que se trata de un texto más largo de lo habitual en este tipo de documentos. Es un texto programático, que se lee fácilmente y despierta enseguida el interés. La referencia al Sínodo sobre “la nueva evangelización” (celebrado desde el 7 al 28 de octubre del 2012) sirve de pretexto para que el Papa ofrezca sus propias reflexiones. En efecto, el Papa, tomando pié de las reflexiones sinodales, pretende dar un paso adelante. Es llamativo que Francisco parece haber abandonado la expresión “nueva” evangelización para sustituirla por “nueva etapa evangelizadora”.
Esta exhortación trata de la necesidad que tiene la Iglesia y cada cristiano de anunciar el Evangelio y de hacerlo con alegría. Una alegría que tiene su fuente en la propia acogida del Evangelio. La acogida de Jesucristo aleja la tristeza y el vacío interior y llena el corazón de alegría. Como el bien siempre tiende a comunicarse, la transformación operada por la acogida del Evangelio tiende espontáneamente a transmitirse y anunciarse. Hasta el punto de que bien podría decirse que quién no da testimonio del Evangelio es porque no lo ha acogido o, al menos, no lo ha acogido debidamente. La comunicación de la fe no brota de una obligación exterior, sino de un impulso interior. La alegría recibida por la fe no puede contenerse. Más aún, en el hecho mismo de transmitirse, la alegría del testigo se acreciente y multiplica.
En esta presentación de urgencia no puedo ni siquiera ofrecer los temas fundamentales de los que trata la exhortación. Pero sí notar que uno de los autores en los que se apoya el Papa es Tomás de Aquino. Más interesante que el número de veces que se nombra al santo dominico son las citas seleccionadas. Pongo algún ejemplo. En el número 37 se indica que, según Tomás, el criterio de toda la moral es el amor. Por eso lo que más agrada a Dios no son los sacrificios, sino la misericordia con el prójimo. En el número 40 vuelve a citarse a santo Tomás para notar las bondades del pluralismo y la variedad doctrinal. En el número 150 se cita un famoso dicho de Santo Tomás aplicado a la predicación: “comunicar a otros lo que uno ha contemplado”. Finalmente, en el número 242 se recuerda uno de los grandes principios tomistas: la coherencia y compatibilidad entre la fe y la razón.
La exhortación del Papa es mucho más. Solo indico un aspecto que me parece fundamental, a saber, la necesidad de guardar el equilibrio cuando se presenta la fe católica: no podemos estar siempre insistiendo en cuestiones de moral sexual sin tener en cuenta la clave de toda la moral, que es la vida en Cristo y la vida en el amor; en esta línea, la exhortación dedica amplio espacio a la opción evangélica por pobres, la justicia y el compromiso de la Iglesia en la transformación de las estructuras. Sirvan estas pinceladas para invitar a la lectura completa del texto de Francisco.
Fr. Martín Gelabert Ballester O.P.