El pasado día 25 de marzo, en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Aguadulce (Almería), el Cardenal Amato, Legado del Papa Francisco, y en su nombre, proclamó beatos a 115 mártires del siglo XX en Almería.
Entre ellos el primer Laico dominico de Almería: Beato Andrés Cassinello Barroeta, padre de familia. Ingresó en la fraternidad laical de Almería el 4 de agosto de 1930 y en 1932 formaba parte de la Junta de Gobierno de la misma. Era, además, cofrade del Rosario, inscrito en el libro de la Archicofradía del Rosario con el número 5.819.
Muy comprometido con la Iglesia, consciente de su vocación cristiana y lo que ella significaba, respondió a las indicaciones que por parte del Obispo diocesano se le hicieron en los momentos difíciles que precedieron a los acontecimientos de 1936.
Junto con él, dos beatos más muy vinculados al Convento de Santo Domingo el Real: Beato Rafael Calatrava Ros, abogado y padre de familia. En repetidas ocasiones fray Paulino Álvarez, primer provincial de la antigua Provincia de Andalucía le decía: Rafael, tú serás mártir de la República. Junto a él, su hijo el Beato Jaime Calatrava Romero, que voluntariamente se fue con su padre cuando fue arrestado y ambos sufrieron el martirio el mismo día y en el mismo lugar. Había sido novicio dominico en el convento de Nuestra Señora del Rosario de Almagro. Mantuvieron una estrecha relación con los frailes del Convento, entre otros con el P. Cerro.
Todos ellos devotos de la Santísima Virgen del Mar, Patrona de Almería y miembros de su Muy Antigua, Pontificia, Real e Ilustre Hermandad.
Damos gracias a Dios por el regalo de su testimonio martirial y a su intercesión encomendamos la misión de la Orden de Predicadores en Almería.
Fray Antonio Bueno Espinar O.P. – Prior
Biografía del Beato Andrés Cassinello Barroeta
Alumbrado en una familia dedicada a la abogacía, recibió las aguas bautismales en la Iglesia Parroquial de san Pedro de Almería. Estudió en Madrid, donde obtuvo el título de ingeniero de Minas. Salvo los tres años que fue Diputado en Cortes, entre 1934 y 1936, se dedicó a su profesión en Vera, Linares y Almería.
Profundamente católico, su espiritualidad gravitaba en torno al Santísimo Sacramento y a la lectura de la Sagrada Escritura. Consideraba su pertenencia a la Adoración Nocturna su mayor honra, siendo su presidente desde 1924 a 1936. El amor a la Madre de Dios también lo caracterizó, pues sus manos no soltaban el Santo Rosario y fue caballero del Pilar. Comprometido con la Iglesia, gozó del afecto de los Obispos Martínez Noval y el Beato Ventaja. El primero le encomendó la realización del monumento al Sagrado Corazón de Jesús y el segundo le confío diversas responsabilidades.
Desde su enlace, el ocho de enero de 1914, con doña Serafina Cortés Barroeta; la vida matrimonial fue su camino de santificación. Junto a su esposa afrontó la temprana muerte de algunos de sus hijos, denominando en su memoria como “Los Ángeles” al cortijo familiar que originó esta actual y populosa barriada de la ciudad de Almería. Con rectitud, nunca exenta de ternura, educó cristianamente a los cinco hijos que alcanzaron la edad adulta.
Por su extraordinaria valía y el respeto que suscitaba su persona nada temió al iniciarse la Persecución Religiosa. Pero, como recordaba su hija doña María Pilar: «A papá le detuvieron el trece de agosto de 1936. Yo presencié la escena. Se presentaron en el cortijo unos milicianos en un coche, diciéndole a mi padre que tenía que acompañarlos a hacer unas declaraciones. No llegó a despedirse de mi madre, que descansaba en ese momento, convencido de que sería un puro trámite y que regresaría pronto. Pero no volvió más.»
Retenido en el Convento de las Adoratrices y posteriormente en el barco Astoy Mendi, este ejemplar padre de familia alcanzó el martirio a los cincuenta años de edad.
Fuente: op.org