Los/as Religiosos/as de Argentina, reunidos en la Asamblea General Electiva de CONFAR, con el lema que nos anima en esta ocasión: “Camino de visitaciones”, queremos reafirmar nuestra voluntad y nuestro compromiso de vivir en medio del pueblo, del que somos parte.
Hemos hecho memoria agradecida del caminar de estos tres años en los que terminó su mandato la Junta Nacional elegida en 2015. A través del Informe que nos han presentado, hemos podido contemplar maravillados cuánta vida sigue brotando de nuestra fragilidad, en favor de la Iglesia, de nuestras comunidades, especialmente de las personas más pobres. Agradecemos a tantos hermanos y hermanas que han dedicado sus mejores energías a servir a la VC en estos tres años.
La reflexión de estos días se ha centrado en el tema “La fecundidad del Encuentro Intergeneracional”, animados por el Equipo Talita Kum. Este Equipo nos ayudó a pensar y
profundizar en los nuevos paradigmas que hoy van surgiendo (nuevas visiones del mundo
que se van extendiendo dentro y fuera de nuestras comunidades). Asimismo reflexionamos los desafíos que conllevan para la comprensión de nuestra identidad, de nuestra misión y de nuestro modo de vivir en comunidad.
En un clima de mucha alegría, sencillez, espíritu de fe y de oración, hemos transitado estos días, en los que también tuvimos la misión de elegir la nueva Junta Nacional.
Siempre es una tarea un tanto difícil la de buscar y elegir las personas idóneas para cumplir este compromiso de animar la Vida Consagrada Argentina. Los hermanos y las hermanas elegidas tienen múltiples responsabilidades en sus comunidades, y es un esfuerzo extra asumir este servicio. Agradecemos de corazón a quienes han dicho sí a esta delicada e importante misión y a todas las Congregaciones que han participado de nuestra Asamblea.
Nos acompañaron fraternalmente los hermanos Obispos Mons. Héctor Zordán; MMSSCC
y Mons. Carlos Aspiroz Costa, OP, Presidente de la Comisión Episcopal para la Vida
Consagrada.
Durante estos días hemos estado en profunda sintonía con el clamor del pueblo a través de muchos testimonios de hermanos y hermanas. Ellos nos han compartido los dolores, sufrimientos y dificultades de tantos y tantas que día a día se ven más afectados por la falta de trabajo o la desactualización de los salarios; el aumento de las tarifas de servicios y transporte, la inflación, el cese de muchos planes y proyectos sociales.
También nos preocupa la inseguridad, las dificultades que experimentan muchas obras educativas por falta o recorte de aporte estatal. La insensibilidad frente a los reclamos de los pueblos originarios; la contaminación de la tierra, del agua y sus graves consecuencias para la salud.
Nos hemos sentido convocados a juntarnos y a sostenernos para que no decaiga la esperanza y para que podamos sostener la esperanza de los más pobres.
Este año hemos tenido la Asamblea en coincidencia con la celebración de los 50 años de
la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín.
Hemos visto cuánta consonancia hay entre las palabras proféticas de ese documento y la voz que levanta el papa Francisco, reclamando por un profundo cambio en el sistema económico, que ponga definitivamente al ser humano en el centro del mismo, y no al “dios dinero”. Decía el Documento de Medellín, refiriéndose a los problemas que aquejaban a
los pueblos hace 50 años: “A todos ellos debe agregarse la falta de solidaridad, que lleva, en el plano individual y social, a cometer verdaderos pecados, cuya cristalización aparece evidente en las estructuras injustas que caracterizan la situación de América Latina” (Justicia. 2).
Frente al debate que en este momento se produce en el Congreso Nacional, y que se reproduce también en las manifestaciones públicas en favor y en contra de la despenalización del aborto, queremos sumar nuestra voz a la de nuestro Episcopado, y afirmar rotundamente que “vale toda vida”.
Como María queremos seguir visitando y visitándonos para permanecer a la escucha de los clamores que brotan en el interior de nuestras comunidades y de la vida de nuestro pueblo, junto a quien queremos permanecer y cuya suerte queremos compartir.
Nos anima el testimonio de nuestros mártires, cuyos gestos y palabras cuestionaron la realidad de injusticia que se vivía en su época, generando su persecución y martirio. Y también nos alienta el testimonio de tanta gente sencilla que día a día sigue empeñada en trabajar en favor de la vida, de sus familias y de sus organizaciones sociales.
Renovamos nuestra fe y nuestra confianza en el Dios de la Vida que nos invitó a seguir
las huellas de Jesús, y nos comprometemos a seguir ofreciendo su Evangelio como camino
de Vida para todos y todas.
En estos tiempos en que por momentos parece que se nos viene la noche, queremos
seguir cantando:
“Aunque quieran decretar que es imposible,
que es mejor que de una vez nos resignemos
has grabado en nuestros huesos tu esperanza,
la que alumbra cuando viene anocheciendo.
Queremos andar contigo Nazareno”.
Sus hermanos y hermanas participantes de la Asamblea Ordinaria de 2018