Con una emotiva carta, la comunidad educativa despide a la Madre Lucía Delfabro, Dominica del Santo Rosario (Dominicas Mendocinas). Afirman que vivió “en clave de misión y valentía, que la llevaban a golpear cuantas puertas sean necesarias para encontrar respuestas a las necesidades que cada tiempo le iba dando”.
«Dejemos brotar el aliento de Dios, la Espíritu que nos habita en lo hondo, y que nos hermana con aquellas mujeres que impulsaron y siguen empujando con sus vidas la Historia de Salvación».
«Hoy nos toca como Comunidad Educativa, compartir con ustedes palabras de despedida a quien hasta hace un tiempo tuvimos el gozo de tener entre nosotros: nuestra querida Madre Lucía Delfabro.
Casualmente, durante éste mes de Febrero, nuestro Papa Francisco nos invitaba a rezar por las Religiosas y Consagradas, y al inicio nos dejaba una pregunta: ¿Qué sería de la Iglesia sin las religiosas y laicas consagradas? No se puede entender la Iglesia sin ellas. Y hoy nosotros también nos preguntamos, ¿cómo entender la vida del Santa Catalina sin nuestra Madre Lucía? Una mujer que dio todo por las obras que hoy disfrutamos, pero que fue testimonio de consagración.
Encarnó los rasgos de toda SANTA, viviendo en clave de misión y valentía, que la llevaban a golpear cuantas puertas sean necesarias para encontrar respuestas a las necesidades que cada tiempo le iba dando. En su cotidianidad, según nos cuentan, discernía y elegía lo que convenía para la misión que tenía. Quien se acercaba a ella, no se iba con las manos vacías. Fue Madre y Educadora modelo desde el comienzo. A todos incentivaba a crecer, a estudiar, que lo lograba porque supo salirse de sí misma, no fue egoísta, y construyó vínculos, comunión y fraternidad porque lo hizo desde relaciones verdaderas y de lazos de fidelidad. Por eso, seguramente, Dios la bendijo con tanta vida, ¡porque siempre se dio a la vida! ¡porque fue capaz de salirse de ella hasta acoger a todos!
En esta clave de comunión le pedimos a Dios que nos mantenga en la Institución. Que sepamos siempre estar abiertos a los demás, que podamos acoger a otros sin aislamientos, ni diferencias, como lo hacía nuestra Madre Lucia.
La educación de nuestro colegio, tuvo grandes logros por su trabajo. Hizo que el Santa Catalina sea pionero en la educación superior, haciendo que día a día todo estudiante que llegaba se vaya mucho mejor de lo que había entrado. Todos la recuerdan siendo muy hospitalaria y cercana a los niños.
Una mujer que se ha dado a todos y vivió junto al pueblo, fue despedida en la calidez de quienes en sus últimos días la cuidaron hasta el extremo. En la oscuridad de la noche, a media luz, nos terminamos de dar cuenta que nos dejó las manos llenas para seguir sembrando, con la responsabilidad de comprometernos en ella. Como Comunidad Educativa, trabajaremos por mantener viva la llama de la conciencia colectiva, testificando a las personas del hoy y del mañana que existió en nuestro colegio una mujer, una hermana, una Madre Lucía que hizo todo por él y por nosotros.
Deseamos que las semillas que hoy nos deja, sean semillas de esperanza. Semilla que puesta en nuestras manos, dé frutos. Que nuestras manos sean capaces de abrir surcos entre rocas, de abonar tierras, de sembrar con sudor, de regar con ahínco, de desmalezar con cuidado y de esperar con cariño. Que al mirar nuestras manos, podamos recordar las manos de Madre Lucía, y las pongamos a trabajar, porque las semillas esperan y el Reino se siembra hoy con su entrega y nuestra entrega.
En esto de dar con esperanza, agradecemos a las Hermanas de la Congregación, especialmente a nuestra querida Hermana Mónica, por toda la entrega de cuidado a madre Lucía, su entrega siempre fiel, su paciencia para entender aquello que la madre necesitaba, sus desvelos por acompañarla… son gestos que quedan grabados en la palma de la mano de Dios.
En nombre de todos los Niveles Educativos de nuestra Institución, transmitimos un GRACIAS profundo por la vida de nuestra Madre, que se ha sabido ganar un lugar en el corazón de cada uno. La tendremos siempre en nuestras oraciones».