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Intervención de Hna. Viviana Ballarín en el Sínodo de la Palabra

“SERVIR LA PALABRA CON CORAZÓN Y MANOS DE MADRES" Este fue el título de la intervención de la Hna. Viviana Ballarín op, en el Sínodo sobre la Palabra. Ella es Superiora General de las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena, Presidenta de la Unión de las Superioras Mayores de Italia.

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Hna. Viviana Ballarin op: "Existe un vínculo misterioso y muy estrecho entre la Palabra y la mujer"

"En una sociedad huérfana y replegada en sí misma, las mujeres consagradas son una exégesis viviente de la Palabra de Dios, que sigue haciéndose carne en lo concreto de su vida entregada, itinerante, repleta de buenas obras, totalmente dedicada, a veces hasta el martirio" destacó la Superiora General de las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena, Hna. M. Viviana Ballarin op quien, en su condición de Presidenta de la Unión de las Superioras Mayores de Italia (U.S.M.I. Italia) participó, en octubre de 2008 en Roma, del "Sínodo sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia".

En su intervención, que tuvo lugar el 13 de octubre, la Hna. Viviana hizo referencia a dos números del documento de trabajo (25 y 52) que "interpelan e iluminan la vida consagrada/religiosa femenina". Aseguró que "existe un vínculo misterioso y muy estrecho entre la Palabra y la mujer" a la vez que señaló que las mujeres consagradas "son el rostro de la Iglesia madre, son su seno fecundo, espacio en el que Dios puede encontrar al hombre y el hombre a su Dios". Recordó que estas mujeres "llegan hasta lo más recóndito de la existencia humana, espacios o situaciones en las cuales no se pueden pronunciar sermones, sino sólo gritar con la fuerza de un silencio que se hace presencia y acompaña, acción y servicio, caricia", que se hace cargo de aquellos que, incluso, "no las reconocen o… hacia los que es difícil y peligroso dirigirse, aquellos hacia los que a veces se evita ir".

Concluyendo su participación, la Presidenta de UMSI instó a que "este rostro y corazón de madre, reflejo de un Amor apasionado que busca a sus hijos" fuera "expresado con eficacia en el documento final del Sínodo sobre la Palabra de Dios y, aún más, en las palabras cotidianas de la misma Iglesia".

 

Texto completo de la Intervención de la Hna. Viviana Ballarin op en el marco del Sínodo sobre la Palabra.

Rev.da Hna. M. Viviana BALLARIN, O.P. – Superiora General de las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena, Presidente de la Unión de las Superioras Mayores de Italia (U.S.M.I.) (ITALIA) – Roma 13.10.2008

Intervención al Sínodo: Servir la Palabra con corazón y manos de madres

Hago referencia a los nº 25 y 52 del Documento de trabajo.

Son dos números que nos interpelan e iluminan la vida consagrada/religiosa femenina.

Dios Padre, por su eterno plan de salvación, eligió un vientre virgen de mujer para que la Palabra iniciase su camino en el mundo.

Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia, encuentra solamente una razón para explicar el actuar de Dios: ¡es un Dios loco de amor por su criatura! El contempla eternamente la belleza en el rostro del Hijo Unigénito y la quiere salvar y liberar del poder del maligno. María es la criatura que hace posible el proyecto de salvación del Padre.

"Esperaba a la puerta de tu voluntad que tu abrieses, porque quería venir a ti; y nunca habría entrado si tu no le hubieses abierto diciendo: "He aquí la esclava del Señor, se cumpla en mi tu Palabra". Golpeaba, oh María, a tu puerta la eterna Divinidad, pero si tu no hubieses abierto la puerta de tu voluntad, Dios no se habría encarnado en ti". (Catalina de Siena Oración XI)

La Palabra dijo: María, y María, se hizo portadora y dadora de misericordia.

Existe un vínculo misterioso y muy estrecho entre la Palabra y la mujer.

Es la experiencia de una multitud de mujeres consagradas que, al sentirse llamadas por su nombre, no resistieron al atractivo de esa Palabra divina pronunciada en su vida, mujeres que con la diligencia de María corren por los senderos de múltiples historias humanas llevando en su seno la Palabra y ofreciéndola a quien tiene hambre y sed de verdad, a todos, incluso a quienes no saben que la están buscando. Mujeres conscientes y felices de poner a disposición sus energías para que la esperanza, el amor, la dignidad, la ternura y también la belleza puedan habitar en cada corazón humano.

En una sociedad huérfana y replegada en sí misma, las mujeres consagradas son una exégesis viviente de la Palabra de Dios, que sigue haciéndose carne en lo concreto de su vida entregada, itinerante, repleta de buenas obras, totalmente dedicada, a veces hasta el martirio.

Y lo son para todos, también para aquellos que no las reconocen o para aquellos hacia los que es difícil y peligroso dirigirse, aquellos hacia los que a veces se evita ir. Llegan hasta lo más recóndito de la existencia humana, espacios o situaciones en las cuales no se pueden pronunciar sermones, sino sólo gritar con la fuerza de un silencio que se hace presencia y acompaña, acción y servicio, caricia que se hace cargo de ellos.

Una multitud de mujeres consagradas/religiosas incansables testigos, dispensadoras de la Palabra de Dios que es Padre y madre. Viven entre los pupitres de las escuelas y en las cárceles, entre las camas de los hospitales y por las calles, al lado de los drogadictos, los enfermos de SIDA, las mujeres explotadas en la prostitución, al lado de los ancianos y los niños que han sufrido abusos, las familias destruidas o sin casa o trabajo, los enfermos de toda clase, tierna presencia en cada rincón de la tierra. Esta multitud de mujeres incansables dispensadoras de la Palabra con manos y corazón de madres, son el rostro de la Iglesia madre, son su seno fecundo, espacio en el que Dios puede encontrar al hombre y el hombre a su Dios.

Que este rostro y corazón de madre, reflejo de un Amor apasionado que busca a sus hijos, pueda ser expresado con eficacia en el documento final del Sínodo sobre la Palabra de Dios y, aún más, en las palabras cotidianas de la misma Iglesia.

En definitiva, ¿no es en la mujer y por medio de ella que se ha obrado lo que hay de más grande en la historia del hombre sobre la tierra: el evento que Dios mismo se hizo hombre? (Mulieris Dignitatem, 31).

Gracias.

Información proporcionada por Fr. Joao Xerri op

Imagen tomada de www.dsiop.org

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