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HACE QUINIENTOS AÑOS… (Por: Fr. Bruno Cadoré, O.P. – Maestro de la Orden

HACE QUINIENTOS AÑOS… (Por: Fr. Bruno Cadoré, O.P. – Maestro de la Orden La indignación y los levantamientos populares han sido en estos últimos meses y son todavía hoy noticia en varios países del mundo. En algunos casos, es la determinación de liberarse de regímenes autoritarios que se afirma. En otros, son grupos que cuestionan ciertas lógicas, en especial económicas, que parecen querer gobernar el mundo a pesar de las diferencias que ellas mismas acrecientan entre los hombres y de las graves inquietudes que engendran, en particular para los más jóvenes. En uno u otro caso, son voces demasiado a menudo olvidadas las que se hacen oír, recordando que el ser humano quiere ser protagonista de su propia historia y aspira a la libertad y la justicia. Se abren así nuevos horizontes de esperanza para un mundo habitable y sostenible por todos.

Es en este contexto que, respondiendo a la llamada del Capítulo general de Roma, nosotros leeremos nuevamente en todas nuestras comunidades el sermón de la comunidad de la Española pronunciado por fray Antonio de Montesinos. Haremos así memoria de esta toma de posición profética, hace quinientos años, de hermanos que, atentos a la realidad de su tiempo, trataron de comprender sus desafíos, la situaron en una perspectiva teológica y trataron de fundamentar así su predicación común. Ellos quisieron invitar a escuchar la Buena Noticia del Evangelio a partir de la posición de aquellos que no contaban nada en “la marcha del mundo”. Lo sabemos, esta predicación provocó, ciertamente, violentas reacciones por parte de aquellos cuya posición era puesta en discusión por la misma. Pero esta predicación contribuyó también, por un lado, a que los políticos se interrogasen sobre lo que estaban realizando y, por otro lado, a que los teólogos, dialogando entre ellos, participaran en este debate decisivo para el futuro del mundo.

¿No son ellos hombres? proclamaban. En distintos lugares a través del mundo, los hermanos y hermanas también hoy son portadores de esta pregunta radical. La fuerza de esta pregunta no está solamente en la evidencia a la cual quiere conducir a quienes por tantos medios explotan la debilidad de algunos. Ella está también en la afirmación que resuena, de algún modo, subyacente a través de la pregunta: aquellos a quienes explotáis, o más aun, aquellos a quienes no tenéis en cuenta en las orientaciones dadas al futuro de la humanidad, son no sólo hombres sino que sobretodo ellos son nuestros hermanos. Afirmación de la que se desprende inmediatamente un corolario: nosotros somos sus hermanos, o más bien, como predicadores, nosotros somos enviados para preguntarles si aceptan recibirnos como hermanos. La predicación de la Orden se arraiga en esta fraternidad con nuestros contemporáneos con quienes, compartiendo la Palabra, deseamos encontrar a Aquel que es el camino, la verdad y la vida.

Más allá de la memoria de un acontecimiento del cual la Orden puede estar orgullosa, la celebración de este aniversario, es también para nosotros, un llamado a la responsabilidad de la predicación hoy. ¿Cuáles son, para nosotros, los puntos de vista a partir de los cuales percibimos la urgencia de hacer escuchar la palabra?

Publicado en www.op.org

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