“Hay señales distintivas que marcaron los orígenes de nuestra Orden. Una cosa es cierta: Santo Domingo tenía pasión por Dios, que lo llamaba a algo nuevo y desafiante. Esta pasión hizo que él tomara resueltamente una nueva orientación, junto a otras personas.
Él previó que los frutos de la sagrada predicación llegarían si los frailes vivían gozosamente en unión de espíritu y de corazones, siempre dispuestos a ponerse en camino por el Evangelio y por sus hermanas y hermanos. Dios sigue llamándonos hacia la novedad y los desafíos de la vida fraterna que abrazamos con pasión y gozo”. (C.G.Bogotá 160).