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Desde la misión de Koribeni

koribeniEl misionero dominico Roberto Ábalos lleva nueve años en el Amazonia peruana con la etnia machiguenga.

«Lo más grato es caminar al encuentro de esta gente que, todavía, vive en los valores de la naturaleza”, dice el misionero dominico Roberto Ábalos. “Es cuando uno descansa, cuando uno vive más el Evangelio y se siente más compensado». Roberto Ábalos se refiere a la etnia machiguenga de Koribeni, en la Amazonía peruana. Koribeni es el corazón de los machiguengas, una de las cuarenta etnias que queda en la Amazonía de Perú.

Koribeni da el nombre a esta misión dominicana de Perú porque es el río que la riega, un afluente del Urubamba, que forma parte del Amazonas. Aquí termina la cordillera de los Andes y se abre la puerta a la selva. Es ceja de selva. Y en Koribeni se escucha la naturaleza. Se escucha el silencio de la naturaleza. Y se disfruta.

El Padre Roberto lleva aquí nueve años, después de haber pasado catorce en Guatemala. Es un misionero tradicional, un misionero a la antigua, dice él. Y un misionero tiene que conocer su territorio. Roberto Ábalos explora las comunidades indígenas, y muchas veces tiene que caminar durante varios días para llegar a ellas porque no hay otro camino. Y un misionero donde se encuentra oxigenado y en contacto con Dios es en estas comunidades alejadas, donde se vive en armonía con la naturaleza, dice el Padre Roberto.

En esta misión de San José de Koribeni, que en 2018 cumplirá los cien años, viven tres frailes: Roberto Ábalos, navarro, que se ocupa de los machiguengas; Rufino Lobo, un asturiano que lleva en Perú más de 40 años, y que se encarga de los quechuas, y Fray Juan, un dominico peruano, quechua, un anciano entrañable, que lleva casi toda la vida en la Amazonía de su país. La preocupación de estos misioneros es la Educación. Los dominicos crearon una red de veinte escuelas en el Urubamba y otras tantas entre los ríos Madre de Dios y Ucayali. Tienen firmado desde hace más de veinte años un convenio con el Ministerio de Educación del Perú. Intentan que no se pierda la lengua de los machiguengas, que no se pierda su cultura. Pero el Estado no se mueve, dice el misionero. Y ya han desaparecido algunas culturas de la Amazonía.

Pero el trabajo grueso es salir a las comunidades: 25 quechuas y 25 machiguengas. El misionero repasa la vida de la comunidad y celebra una misa al estilo de los nativos. Entienden el Evangelio. Predicar a Jesús es fácil, dice el Padre Roberto, pero la dificultad es la lengua. Casi cien años llevan los misioneros dominicos visitando estas comunidades, los únicos que siempre han estado aquí, y quienes las han protegido. Pero desde que la economía va mejor en Perú reciben más visitas. Las tierras que habitan los machiguengas, cada vez más reducidas, tienen recursos naturales, algo muy apetecible para el Estado y para las empresas. Y ello hace que el nativo esté tentado de los reflejos multicolores de la colonización y abandone sus costumbres para vivir, casi, como cualquiera de nosotros. Y eso lleva a la emigración y a la pérdida de cultura. Pero estos misioneros dominicos siguen trabajando en defensa de los indígenas.

Fuente: cope.es

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