Los reclusos de San Pedro Sula tendrán un nuevo centro, que permitirá mejores condiciones de vida y desarrollo. “Ya van cinco meses de trabajos sin interrupciones”, indicó con alegría monseñor Emiliani, obispo auxiliar de San Pedro Sula, Honduras.
Este país es víctima de violencia hace varias décadas, la criminalidad avanza sin discriminar y se constata una alta inoperancia en el accionar de la justicia. Con lo cual, una nueva cárcel es un espacio que se considera imprescindible para mejorar el ambiente social.
“Los reclusos serán transferidos a los nuevos complejos donde las celdas, los laboratorios y los espacios para las actividades contribuirán a mejorar la calidad de vida de los detenidos. Según las estadísticas, hay más de 16.000 reclusos en 24 cárceles del país y la más llena es San Pedro Sula, que está situada en el centro de la ciudad. El nuevo complejo en construcción se encuentra fuera de la ciudad. En este momento la prisión de San Pedro Sula supera el doble de la capacidad de presos que podía aceptar, con consecuencias obvias para la dignidad de las personas reclusas” indica FIDES.
En declaraciones vertidas en agosto de 2014, monseñor Emiliano expresó su preocupación por los altos índices de criminalidad detectados en San Pedro Sula ante la matanza acaecida en un restaurante de comida mexicana: “Es lamentable que a cualquier hora del día el sicariato busca a quien desea matar y lo hace sin ninguna contemplación y, peor aún, salen de los lugares donde cometen los delitos sin ninguna premura o miedo de ser capturados”.
En la misma nota se detalla que la construcción del nuevo penal en La Acequia, Naco, es posible con el aporte de gobierno nacional. Tendrá capacidad para 2.500 reclusos que tendrán altas expectativas de rehabilitación.
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En 2013, monseñor Emiliani Sánchez, y en declaraciones a la agencia FIDES, se refirió a la situación de violencia que se vive en Honduras.
Cada día crece el número de muertos en Honduras: ¿dónde están las causas de tanta criminalidad que imperan en el país?
Me duele tanto lo que está pasando en Honduras. Cada vez que matan a alguien, están asesinando algo de nuestro ser y promoviendo más la cultura de la muerte. Esta violencia es irracional, imparable, diabólica. Qué índices de criminalidad tan grande en el país: 86 homicidios por 100 mil habitantes.
Creo que la causa principal de las muertes tiene que ver con el Crimen Organizado con sus carteles, peleando territorios y corredores de droga. En torno a este maligno negocio se mueven millones de dólares y mucha gente cae en algún nivel de las operaciones delictivas. El error, la trampa, el saber mucho, el querer salirse, todo eso se paga con la muerte.
El mayor cuestionamiento sobre esta situación se dirige a los operadores de justicia. ¿Considera que las autoridades respectivas o el mismo gobierno no están cumpliendo con el trabajo asignado en materia de seguridad ciudadana o jurídica?
Ciertamente no están cumpliendo. Este es un problema heredado de otros gobiernos y nadie ha podido poner orden en el país a nivel de seguridad. Desde la falta de profesionalismo, de equipos adecuados y sueldos dignos, hasta la corrupción en algunos que están combatiendo el mal, contribuye a que no se controle este monstruo de la violencia. La impunidad es muy grande; la lentitud del sistema judicial también.
¿Escuchan las autoridades el clamor del pueblo y de las organizaciones de la sociedad civil?
Creo que la gente se cansa de clamar por paz y seguridad y se cae en un cierto fatalismo. El pueblo se acostumbra lamentablemente a la muerte y llega un momento en que ya aceptan lo que es anormal y absurdo como normal. Creo que las autoridades se sienten desbordadas por tanta tragedia y llega un momento en que se hacen los sordos porque no pueden resolver tanta situación de violencia con sus secuelas.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias de esa sordera, será un incremento de los actos violentos en el país?
Si las autoridades no hacen un alto en el camino, revisan sus métodos, purifican sus equipos humanos, renuevan tecnología, y escuchan con atención el clamor del pueblo, cada vez será más complicada la situación. Llegaremos a vivir una cierta anarquía.
¿Qué rol le toca la Iglesia para apaciguar los ánimos y encarar el problema con sus causas y sus consecuencias?
Tenemos que evangelizar más, llegar a donde está la gente más contaminada de violencia, crear más conciencia del valor sagrado de la vida, intensificar la pastoral juvenil buscando a los que no asisten a nuestros templos, promover una cultura de la paz, mantener la memoria histórica para que no olvidemos lo que ha pasado en el país.
¿De continuar esta situación cuál cree que podía ser la salida?
¿Qué hacer? Primero, no permitir que las tinieblas nos arrebaten nuestra capacidad de asombro, de estupor ante tanta maldad. Caer en la insensibilidad nos impide actuar. ! Que nos duela el dolor del próximo!
Segundo, en este momento, pedir a los candidatos a la presidencia y partidos presenten programas diseñados para reformar nuestro sistema penitenciario convirtiéndolo en un medio de rehabilitación, además de castigo por delitos cometidos.
Tercero, nosotros como fuerzas vivas ir promoviendo una cultura de la paz y de la honradez. La Iglesia es la llamada a evangelizar, cambiar corazones, a transformar el hombre desde dentro. Cuarto, promover entonces los cambios necesarios desde nuestra misión concienciadora: que se busque el bien común, se piense en las mayorías, se respete la vida y la dignidad humana.
¿A usted le toca estar en contacto con los privados de libertad, está colapsado el sistema carcelario del país?
El sistema penitenciario nacional está colapsado. Los centros penales no dan abasto. Una población que supera totalmente la capacidad de los mismos creando hacinamiento y condiciones higiénicas que no son las adecuadas, demasiada ociosidad, falta de rehabilitación, consumo interno de drogas, tensiones entre los internos. Luego la mala comida; un presupuesto de 13 lempiras por interno para comer. En fin, tenemos que hacer mucho en este campo también.
¿Qué debemos hacer por los jóvenes que se encuentran en riesgo?
La clave es la familia, hay que fortalecerla. Que la educación sea en verdad para todos. Y, sobre todo, empleo, ya que los jóvenes ociosos y necesitados económicamente caen fácilmente en la tentación de conseguir dinero mal habido. Hay miles de jóvenes que están en esa situación de desesperación. No hay empleo, hay hambre, y el hambre es un mal consejera.
De acuerdo al Observatorio de la Violencia son más los jóvenes los que están perdiendo la vida … ¿por qué?
Claro, lamentablemente son más los jóvenes los que mueren asesinados porque se prestan, por la desesperación en que viven, a ser instrumentos del crimen organizado, sobre todo en el menudeo del negocio de la venta de drogas. Si vemos los “ajustes de cuentas” que tienen normalmente el mismo patrón homicida, atadas las manos en la espalda y un disparo en la nuca, son jóvenes menores de treinta años la mayoría. Es fácil juzgarlos desde fuera y decir: “cómo se meten en eso; se lo buscaron, etc.”. Sin justificar su conducta, a todas luces delictiva, pero puedo entender que la trágica situación económica de muchos los lleva a actuar de “mulas”, para sacar algo de dinero para llevar a sus casas. Qué triste realidad.
¿Monseñor, existe una posibilidad real para que los miembros de las pandillas depongan de las armas?
Quiero ser claro y honesto, no es nada fácil que dejen sus armas y su comportamiento delictivo. Pero he podido incursionar en el corazón de muchos jóvenes mareros; quieren dejar ese mundo, abandonar las pandillas. No quieren seguir en esa situación de incertidumbre, donde saben que cualquier día amanecen muertos. ¿Cómo sacarlos de sus pandillas y brindarles posibilidades de inserción, de rehabilitación? Es la gran pregunta. Lógicamente, todos los que han cometido delito y se les pruebe deben pagar su deuda con la sociedad, pero deberíamos hacer algo más: crear un plan de inclusión social y de emergencia para ellos, como se ha hecho con las guerrillas en algunos países.
¿El ambiente electoral podría incrementar el índice de violencia?
Las próximas elecciones pueden traer desequilibrio en el ámbito político y crear un cierto clima de violencia, pero no creo que con consecuencias muy graves.
¿Cuál es su mensaje ante esa situación?
Mi mensaje es: primero yo debo ser un mensajero de la paz. Eso implica seguir mi conversión personal. Luego, nuestras comunidades deben ser promotoras de la paz. La Iglesia tiene en sus manos la tarea de evangelizar y llevar la paz a todos los corazones, pero necesitaremos por lo menos dos generaciones para que el país tenga la paz que tanto anhelamos. Nosotros sembramos, otros cosecharán.
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Reproducimos una biografía de monseñor Rómulo Emiliani CMF, tomada del sitio web Sacerdote Eterno.
MONSEÑOR RÓMULO EMILIANI CMF
Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado
Corazón de María o Misioneros Claretianos
Monseñor Rómulo Emiliani, sacerdote panameño,
actualmente Obispo Auxiliar de la Diocesis de San Pedro Sula,
en Honduras.
Por muchos años fue líder de causas sociales
en nuestro país y siempre ha llevado mensajes espirituales y de amor
a toda la región.
Monseñor Rómulo Emiliani nace en Colón, República de Panamá el 3 de mayo de 1948. Sus padres son Rómulo Emiliani Biebarach y Geraldina Sánchez de Emiliani. Tiene tres hermanas menores que él.
Realizó sus estudios primarios y parte de la secundaria en el Colegio La Salle y se graduó de bachiller en Letras en el Colegio Abel Bravo. Estudió en la Universidad de Panamá la carrera de derecho, abandonándola para ingresar en la Congregación de Misioneros Claretianos e hizo toda su carrera en España.
Su noviciado en Santo Domingo de la Calzada, Logroño y sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Claretiano de Colmenar Viejo. En mayo de 1976 obtuvo la licenciatura en Teología Sistemática en la Universidad Marqués de Comillas, regida por los padres jesuitas.
El 8 de agosto de 1976 recibe la Orden sacerdotal por imposición de Monseñor Jesús Serrano c.m.f., Obispo del Vicariato Apostólico de Darién y Colón.
Trabajó como Rector y profesor de Seminario Claretiano en Heredia, Costa Rica, en El Salvador y Guatemala, alternando con clases en El Seminario Mayor de San Salvador y en el Seminario Salesiano de Guatemala.
Fue Superior de la Comunidad Claretiana en San José, Costa Rica y en el Santuario Nacional en Panamá. En la Casa de los Ejercicios Espirituales de Costa Rica nació el Movimiento: Un Mensaje al Corazón, por Radio Columbia. Fundó además otros apostolados en ese país. A finales de 1986 lo nombraron Vicario Provincial para Centroamérica, en la Congregación de Misioneros, Hijos del Inmaculado Corazón de María, cuya sede radica en Panamá. A los dos años fue elegido Obispo del Vicariato Apostólico del Darién en Panamá.
En 1988 ante la tristeza del doloroso cuadro de niños desnutridos se crea el Apostolado NUTRE-HOGAR. Su principal objetivo era recuperar menores que sufren desnutrición severas y que provienen de regiones muy pobres de la capital y del interior de Panamá.
La fecha de su nombramiento como Obispo Auxiliar de la Diócesis de San Pedro Sula en la hermana República de Honduras es el 22 de marzo del 2002 tomando posesión de su cargo el 4 de mayo de ese mismo año.
En 2004 fundó la organización “Unidos Por la Vida”, cuyo objetivo es rehabilitar a jóvenes pandilleros, y en 2007, la Asociación “Volver a Vivir”, con el propósito de regenerar a alcohólicos y drogadictos. Para esa iniciativa monseñor Emiliani tiene planificado la construcción de un centro en el Lago de Yojoa. A su vez, ha sido el precursor de programas sobre el problema de pandillas en Honduras, El Salvador y Guatemala.
Al igual que en Panamá, Monseñor Emiliani también fundó “Nutre Hogar” en Honduras, programa que es integrado por un grupo de personas voluntarias, y cuyo fin es recuperar a niños con problemas de nutrición, mediante un sistema científico de notablemente eficiencia, entre otras de las muchas obras que ha realizado en el país.
Es miembro honorario de la Sociedad Bolivariana en Panamá.
En el 2011, por medio de un gran reconocimiento nacional en Honduras, el Gobierno de este país “reconoce la labor que monseñor Emiliani, ha venido realizando durante años, en favor de la promoción de los valores morales y espirituales, en las familias hondureñas, así como en la incidencia en el desarrollo integral de la niñez y la juventud, a través de programas enfocados a la labor social”
El 29 de marzo de 2012, algunos diarios hondureños titulaban una noticia como “Rómulo Emiliani, el ángel que calmó a los presos” en referencia al diálogo que medió el sacerdote panameño en una cárcel hondureña amotinada durante más de 6 horas por cientos de presos y un cuerpo policial dispuesto al ataque “El prelado, obispo auxiliar de la diócesis de San Pedro Sula, reconoció que solo su confianza en Dios pudo darle la convicción con que persuadió a la Policía de no irrumpir por la fuerza e imponer el orden. Con ese mismo carácter también encaró a los presos para pedirles que detuvieran la violencia” * Este suceso pudo repetir el mismo de 2004 en el cual murieron 107 reos calcinados, y del cual monseñor Emiliani fue testigo. El diario *La Prensa de Honduras escribía en su nota que “su oportuna intervención cambió el curso de la historia”.
Como siempre, monseñor Rómulo Emiliani llevaba mensajes de paz a todos, incluso a lugares hostiles donde su propia vida está en juego. La nación panameña está orgullosa de que este gran hombre de Dios haya nacido en su tierra, y por tantos años recibió el apoyo incondicional de sus diversas obras que transcendían el sacerdocio. Monseñor Emiliani no olvida a su país y con frecuencia interviene para enviar mensajes de claridad en duras situaciones, principalmente sociales y políticas de Panamá.
FUENTES: Fides, Sacerdote-Eterno, Portales y Diarios