“Nacido para comunicar”, referente de la teología de la liberación, Frei Betto, quien lleva escritos más de 60 libros y ha sido distinguido con varios premios internacionales, predica el buen vivir como alternativa al desarrollo y considera que “hoy en Latinoamérica no hay ningún justificativo para tomar las armas”.
Actualmente, a Frei Betto le quita el sueño “que Latinoamérica pueda volver a tener gobiernos autoritarios de derecha” y “que el Papa no pueda lograr hacer reformas profundas en la Iglesia”.
Entrevista de Miguel Angel Gullón OP, Director de Radio El Seybo (República Dominicana)
Fraile Dominico de la Orden de Predicadores. Varias veces premiado por sus libros, (nos quedamos con su primer premio en 1985 de Juca Pato de la Unión Brasileña de Escritores, y hace poco, en 2013, con el premio internacional José Martí de la UNESCO). Entre sus escritos se encuentran, “Bautismo de Sangre”, “Minas de Oro” y en colaboración con Leonardo Boff, “Mística y Espiritualidad”. Pertenece a la familia dominica, una Orden que congrega monjas, hermanas, frailes, laicos y laicas y que estamos cumpliendo 800 años…¿Por qué es usted dominico?
Soy Dominico porque Dios me ha dado esta vocación. Yo era militante de la Acción Católica desde los 13 años y los dominicos eran los asesores de la Juventud Estudiantil Católica. Me encantó mucho el testimonio de ellos y me vino la inquietud vocacional, la duda. Pero yo también tenía ganas de ser periodista y lo soy hasta hoy. Ingresé a la universidad para hacer periodismo y al final del primer año, que coincidió con el primer año de la dictadura militar en Brasil (1964), luego de estar 15 días en la cárcel por primera vez, decidí ingresar en los dominicos, no para quedarme sino para quitarme la duda. Quizá yo no quería llegar a los 40 años con la sensación de que Dios me indicó este camino pero yo no tuve coraje. Como era muy joven dije: “voy a entrar y sino sigo la vocación de periodista u otra cosa”. Desde entonces ya son más de 50 años y digo que estoy en la familia dominicana no por virtud sino por vicio. Yo le tengo mucho amor y me siento muy a gusto.
Oración, vida en común, estudio, predicación, son los pilares de la vida dominica. ¿Hoy siguen teniendo sentido esos pilares después de 800 años?
Sí, para mí son pilares no solo de la vida dominica sino de la vida cristiana. Todos ellos sin excepción. Somos una familia que tiene 800 años, que por milagro nunca se dividió a pesar de que hay distintas divisiones. Tenemos la Inquisición y lo tenemos que decir claramente, porque no hay que pintarse la cara para hacer de cuenta que somos perfectos. No somos perfectos pero tenemos una trayectoria muy interesante sobre todo en América Latina. El único de estos atributos dominicos que para mí no es fácil mantener es la vida comunitaria. Por un problema. Un dominico teólogo muy conocido dijo “tenemos demasiados santos y notables pecadores”. Tenemos una trayectoria muy evangélica a pesar de algunos de nuestros pesos graves como la Inquisición. El padre Congar decía “mi parroquia es el mundo”. Yo puedo decir lo mismo porque ahora estoy aquí en Quito, mañana voy a Brasil y después voy a otras partes. Entonces no es fácil que mantenga una vida comunitaria regular. Por suerte mis hermanos comprenden mi labor evangélica de predicador.
El lema de estos 800 años es “enviados a predicar el Evangelio”. ¿Se siente enviado por su comunidad, desde su familia dominica? ¿Cree que este es un lema bueno?
Antes de ser dominico yo ya era un predicador porque nací para comunicarme. A mí siempre me gustó escribir, hablar; yo soy un comunicador. Tengo unos 60 libros publicados, escribo artículos, a veces dos por semana, tengo demasiado trabajo de comunicación. El principal talento que Dios me ha dado es saber comunicarme. Entonces sigo esto y le agradezco a Él que descubrí el contenido de los principios de esta comunicación en la predicación evangélica.
Hace un rato nombró América Latina y el Caribe. En adviento de 1511 fray Antonio de Montesinos en nombre de aquella primera comunidad dominica en estas tierras proclamó: “¿estos no son hombres? ¿estos no tienen alma racional?”, junto a Pedro de Córdoba, Bartolomé de las Casas, y luego Francisco de Victoria, inspirados en Santo Tomás de Aquino. ¿Dónde cree que hacen falta estos “montesinos”? Comunidades que digan aquello…
Yo diría que una familia como la dominica en América Latina que tiene gente como Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas, es una familia que tiene una responsabilidad delante de las exigencias del proyecto de Dios en la historia. Y diría que donde hace falta esta presencia profética evangélica es dentro de la propia familia dominica. Yo tengo mucho temor de que los jóvenes dominicos no tengan ese fuego profético de estas personas que ustedes y yo hemos citado. Tengo temor de que estas personas tengan en la cabeza “yo quiero ser sacerdote”, cuando lo primero que tenemos que ser es discípulos de Jesús; “yo quiero ser fraile” y lo primero que tenemos que ser es seguidores de Jesús; “yo quiero estar en un convento confortable” y no, lo primero que debemos es aceptar la cruz, los riesgos de la predicación, estar con la gente más pobre. Entonces yo digo que me preocupa un poco si la familia dominica no mantiene vivo este fuego profético evangélico de Montesinos y de De Las Casas.
¿Cómo se siente dentro de la Iglesia?
La Iglesia, como dice San Agustín “es una santa prostituta”, o sea que tiene un lado muy malo y feo y un lado muy santo y evangélico. Yo me siento en la Iglesia como me siento en mi familia. En mi familia tengo gente que le siento simpatía, y otros a los que no les tengo simpatía. Con unos tengo más amistad, con otros menos. Así en la Iglesia; y tengo amor a esta Iglesia. Y sé que una Iglesia es como un país. Si tú le quieres cambiar tienes que estar dentro, no puedes estar fuera. Y yo, desde mis principios, siempre he luchado para que esta Iglesia sea más coherente con el Evangelio de Jesús, que no sea machista, triunfalista, moralista. Que sea exactamente la Iglesia que quiere el Papa Francisco. Si la gente quiere saber qué pienso, cuál es mi modelo de Iglesia hay que prestar atención en las palabras del Papa Francisco.
¿Y las mujeres tiene cabida en esta Iglesia?
No solo cabida. Yo he dicho que las mujeres tienen derecho a ser sacerdotes, obispos, cardenales y Papa. Yo no encuentro en los Evangelios ninguna razón para que la Iglesia siga discriminando a las mujeres. Primero, si alguien va a leer el capítulo 8 versículo 2 del Evangelio de Lucas encontrarán el nombre de las mujeres que estaban integradas en el grupo de Jesús. Segundo: el primer testimonio de la resurrección es de una mujer. Tercero: las primeras apóstolas son mujeres. La samaritana que fue a anunciar que había encontrado al Mesías, la del pozo de Jacob y luego Magdalena, que fue a anunciar a los apóstoles (quienes estaban con miedo después de la muerte de Jesús) que Él estaba vivo. Entonces no encuentro motivo para que no puedan ser lo que nosotros los hombres podemos, a no ser un machismo absolutamente injustificable. Las mujeres son criaturas de Dios tan completas como nosotros. Yo conozco la historia de la discriminación de las mujeres en la Iglesia. Y ahí lamentablemente nuestro hermano Santo Tomás tiene una cuota de responsabilidad. Porque dentro de las concepciones biológicas y filosóficas que había, la mujer no era un ser tan completo como el hombre. Pero eso hay que comprenderlo dentro de un contexto. Hoy, la mitad de la humanidad son mujeres y la otra hijos e hijas de mujeres. ¿Y por qué esa discriminación?
Nombramos antes a Francisco, quien está haciendo todo lo posible para que tenga ese protagonismo, pero ¿no cree usted que el mensaje del Papa Francisco está llegando a la gente sencilla pero no a la que le tiene que llegar, como a la jerarquía por ejemplo?
Claro, porque habla para una jerarquía muy conservadora nombrada por dos pontificados conservadores. Entonces, es normal que esa gente tenga un pensamiento más conservador, mucho más del derecho canónico que del Evangelio, de mantener la tradición que de hacer renovaciones. El Papa tiene que seguir esa línea profética guste o no guste, y así como tenemos misa en lenguas vernáculas, el Papa Juan Pablo II cerró el limbo, ya no tenemos el moralismo que había antiguamente. El Papa Francisco tiene todo el respeto por los homosexuales…son cambios importantes y debemos avanzar en eso, sino no seremos testigos vivos de Jesús.
También el Papa Francisco se ha abierto más a la teología de la liberación, aunque algunos decían que ya había muerto….La teología ¿no es liberadora y hay que ponerle el calificativo de liberadora?
Un detalle que hay que subrayar para la gente: Francisco ha recibido en la casa Santa Marta a Gustavo Gutiérrez quien, junto con Leonardo Boff, es considerado padre de la teología de la liberación y me ha recibido el 9 de abril de 2014 en la audiencia pública en el sector de los invitados especiales y pude dialogar con él por algunos minutos. Entonces, son gestos que expresan que él no tiene ningún prejuicio respecto a la teología de la liberación, porque si fuese así no se habrían producido esos encuentros. La teología de la liberación, que sigue viva ahora, ¿por qué necesita de ese adjetivo? Porque lo que predominaba en la Iglesia Universal era la teología liberal eurocentrada, que debe ser buena para Francia, para Portugal, España, Italia, pero no es buena para el continente latinoamericano en el que la mayoría de la gente vive en situación de opresión y ahí es importante el adjetivo “liberación”. Porque el anhelo más profundo de toda la gente en nuestro continente es tener una vida feliz y digna y para eso hay que cambiar profundamente muchísimas estructuras.
Y cada vez hay más empobrecidos….
No diría tanto. Hubo un avance en los últimos años por los gobiernos progresistas. Por ejemplo, en Brasil, sacaron 40 millones de personas de la miseria. Eso es muy importante. Ahora el problema es que si vuelven las políticas neoliberales, ahí sí vamos a añadir un número de gente empobrecida.
Usted dice en uno de los artículos en la Agenda Latinoamericana que cada vez es mayor el foso entre la gente que tiene y los empobrecidos..
La desigualdad social grita en América Latina. Es el continente con más desigualdad social. Y el mercado, el neoliberalismo, están matando esa teología de la liberación y junto con ella el mercado de la Iglesia. Y son muchas las personas que son desaparecidas como los 43 jóvenes de México. Miles de desaparecidos en nuestro continente.
El símbolo de la lucha por la tierra en Honduras, Berta Cáceres… ¿Qué significa para usted todo esto?
Significa que estamos muy lejos de vivir en un continente liberado, de un mundo liberado. Mira las guerras que Estados Unidos promueve en Oriente Medio, mira esta ola tremenda de refugiados que el Papa ha caracterizado como la tercera guerra mundial. Entonces mira que estamos en un mundo de mucha desigualdad, de mucha violencia, de mucha injusticia. Y ahí la culpa principal está en las espaldas de Estados Unidos y Europa Occidental. Mucha gente se pregunta por qué África se encuentra en la miseria, por qué hay tantos conflictos en oriente. Porque los intereses y las ganancias en Europa Occidental y EEUU han causado esta situación. Quien conoce la historia de la colonización europea en África sabe muy bien que sacaron toda la colonias y dejaron huecos y sufrimiento en la gente. Así como también toda esa guerra de Irak y ahora Siria, todo eso es fruto de intereses por el petróleo. Entonces no están mirando los derechos de la gente, sino las fuentes de energía. Cuando el petróleo estaba alto en sus precios entonces se justificó esta guerra tremenda que no llegó a ningún acuerdo de paz.
Un líder guatemalteco con profundas convicciones religiosas me preguntaba si es moral o no tomar las armas para enfrentar a grupos que están instaurando el terror, los asesinatos impunes, la cultura de muerte. ¿Sí o no a las armas?
La Iglesia no tiene una posición maniqueísta de estar a favor o en contra. La Iglesia toma la doctrina de Santo Tomás para decir que si en una situación, agotados todos los medios pacíficos, no queda ninguna salida y solo la excepción de tomar las armas para impedir que más gente sufra y muera, entonces tomar las armas es legítimo. Es el principio del mal menor. El ejemplo que Santo Tomás da es que si hay un tirano que oprime y lleva a su pueblo a la muerte, entonces matar al tirano es mejor que dejarle vivo matando a mucha gente. En este momento de América Latina yo creo que no hay ningún justificativo de tomar las armas y estoy muy feliz porque el último grupo guerrillero de América Latina, las FARC de Colombia, están en las vísperas de un acuerdo de paz que se va a firmar en La Habana. Entonces no hay ningún justificativo. Siempre que algún muchachito que descubre la revolución y dice “hay que tomar las armas porque no hay otro camino”. Yo le digo: “mira, no somos nosotros quienes decidimos que vamos a tomar las armas”. Hoy tomar las armas le interesa a dos sectores solamente. A los fabricantes de armas, porque van a vender más, y a los sectores ultraconservadores, que quieren cada vez más dar golpes de estado e instaurar dictaduras. Entonces, quien decide que debemos tomar las armas es cuando la derecha da un golpe, asume el poder y quita todos los medios pacíficos de lucha, todas las salidas democráticas. Ahí no hay opción. O usted baja la cabeza, o toma las armas.
Tierra, techo y trabajo son las tres “T” que usted reclama en Brasil, porque faltan. En un país más chiquito, en República Dominicana, hace unos días, una compañía azucarera, Central Romana, desalojó a punta de pistola y fusil a casi cien familias. Incluso encañonando a niños y niñas. Estamos haciendo un frente común contra esta compañía pero nadie apoya, las autoridades tampoco. Las familias están totalmente dejadas en las manos de Dios. ¿Qué aconseja a estas familias, a estos grupos que apoyamos frente a esta gran compañía?
Yo creo que hay que organizarse cada vez más. Movilizar a la gente para apoyar a estas familias. Es muy difícil apoyar al pobre porque no tiene ventajas, no tiene prestigio. Pero no hay otro camino para crear una humanidad de justicia, de paz, de fraternidad, de globalización de la solidaridad, de civilización del amor, que apoyar a esa gente que es sufrida y oprimida.. Entonces ustedes tienen que, cada vez más, fortalecer ese apoyo a estas familias.
En la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofóncia (ALER) cada una de nuestras socias y coordinadoras nos inspira el buen vivir de los pueblos originarios. El buen vivir es vivir en armonía con cada uno de nosotros mismos, con las demás personas y con la naturaleza. Lo pensamos como una alternativa “al” desarrollo. No una alternativa “de” desarrollo. ¿Cómo lo ve? ¿Cómo lo reflexiona y comparte con todos los pueblos y comunidades que usted visita?
Yo pienso que hay que advertirle a la gente que el buen vivir no es una medida de retroceso social. No queremos volver a las aldeas indígenas. Queremos mantener las aldeas que existen pero la sociedad en su conjunto no tiene que volver a esa situación. Segundo, no se puede confundir el buen vivir con autoayuda. El buen vivir implica cambiar el modelo de desarrollo. No puede ser un modelo modernizador, que el desarrollo signifique tener cada seis meses un nuevo celular o poder cambiar el automóvil cada dos años. No es por ahí. El buen vivir es garantizar que todos los programas de desarrollo de una sociedad deben estar priorizando a todo el conjunto de la población, los derechos humanos esenciales y oportunidades de mejora de vida. Por ahí es que entiendo el buen vivir.
¿Que relación tiene con las bienaventuranzas de Jesús?
Tengo un libro sobre eso, “Ocho vías para ser feliz”, que mucha gente piensa que es un libro de autoayuda, (y quizás el editor puso ese título a propósito para vender más). Ahí indica que Jesús dijo: “si tu quieres ser feliz abraza estas ocho vías que son las bienaventuranzas”.
¿Y dónde construimos este buen vivir? ¿Desde la educación, desde la comunicación…? ¿Cómo podemos aportar a esa educación del buen vivir?
Diría que hay que priorizar dos medios. Primero pensar en nuestras comunidades de trabajo, escuela, familia, sindicales, políticas, organizaciones no gubernamentales. Adoptar como método de esas comunidades el buen vivir. Y segundo, la comunicación. Cada vez más haya que ayudar a tener conciencia crítica del mal vivir en esta sociedad capitalista, que cada vez más destruye la naturaleza y deshumaniza la humanidad, y después decir : ”mira, hay una alternativa en estos principios del buen vivir”.
Buen vivir y fe, fe y política. ¿La política es pecado? ¿Son realidades opuestas la fe y la política? ¿Se puede vivir dentro de la iglesia la política? ¿Debemos ser políticos? ¿Podemos caminar juntos en fe y política?
Todo cristiano es un discípulo de un prisionero político. Que yo sepa, Jesús no murió en la cama ni en una esquina de Jerusalén. Murió como muchos hoy mueren bajo dictaduras. Fue detenido, torturado, condenado por dos poderes políticos y asesinado en la cruz. La pregunta es otra: ¿qué calidad de fe tenemos nosotros hoy que no cuestiona este desorden establecido? ¿Qué calidad de fe que no incomodan los privilegios, que no defiende los derechos de los pobres? Por eso, siempre digo que cuando una persona llega y dice “tengo mucha fe en Jesús” no significa nada. Pinochet tenía fe en Jesús; Hitler tenía fe en Jesús; Bush tiene fe en Jesús. Yo quiero saber si tu tienes la fe de Jesús. Ahí está el punto. Tener la fe de Jesús. Esto cambia todo.
Esa política en la fe en Jesús, también relacionándolo con los gobiernos progresistas que supuestamente buscan el buen vivir pero cada vez hay más empobrecidos, retroceso o avances de gobiernos progresistas….usted, que conoce la realidad latinoamericana, Cuba, Venezuela, Brasil, ¿como ve estas realidades?
Veo que es una situación muy difícil porque a pesar de que estos gobiernos han promovido avances muy significativos e importantes, y hay que apoyarles, han cometido algunos equívocos, como no hacer alfabetización política, organizar mejor las bases populares y sobre todo crear un proyecto político a largo plazo más consistente, no solamente medidas modernizadoras para mejorar las cosas. Entonces, creo que estamos amenazados de pasar de estados de derecho a estados de la derecha, como pasó en Argentina ahora.
¿Qué sueños le quitan el sueño?
En cuanto a los sueños verdaderos, lo que me quita el sueño es que América Latina pueda volver a tener gobiernos autoritarios de derecha. Esto me quita el sueño. Cuando pienso que el Papa Francisco puede no lograr hacer reformas profundas en la Iglesia. También me quita el sueño pensar que por muchos siglos vamos a tener desigualdad social. Ahora, los sueños (y no los verdaderos), me ayudan a dormir tranquilo porque en la vida tengo dos principios: primero: hay que guardar el pesimismo para días mejores, y segundo, ya estoy convencido de que con mi lucha, mi trabajo y mi compromiso no voy a participar de la cosecha pero quiero sí morir como semilla.
Eso puede esperar. Pero mientras tanto, para reflexionar, para escribir, ¿dónde encuentra su montaña como Jesús cuando se retiraba con los discípulos?
Tengo un principio hace mucho tiempo, 30 años se van a cumplir en el próximo. Mi año no tiene 365 días. Porque una tercera parte la tomo para subir a la montaña y voy a un lugar retirado y ahí me pongo a orar y a escribir. Es mi momento de un largo retiro espiritual y literario. Es lo que me ha permitido hasta ahora producir 60 libros. Entonces, todo el resto de la agenda se condensa en los 240 días que me quedan para hacer los compromisos que no son propiamente de creación literaria. Este es mi modelo de vida y pretendo seguirlo hasta mis últimos días.
Fuente: cidalc.op.org