En este año del Jubileo de la Orden de Predicadores, me alegra presentaros es- ta publicación de una selección de cincuenta himnos especialmente estimados en la Tradición de la Orden. Le estoy muy agradecido a la Comisión internacional de Liturgia de la Orden por haber preparado esta edición con tanto esmero.
Poco tiempo después de su confirmación, la Orden se benefició de la decisión del entonces Maestro de la Orden, Humberto de Romans, de promover el estableci- miento de una liturgia común para toda la Orden (1254). Se afirmaba así un rasgo fundamental de la vocación de la Orden: arraigar su misión de predicación en una vida coral rica, contemplativa y litúrgica. Desde entonces, la celebración, la escucha y el estudio de la Palabra de Dios sostienen y alimentan conjuntamente la predica- ción de esta Palabra. Este interés del Maestro de la Orden Humberto de Romans manifesta, en mi opinión, dos elementos constitutivos de la “santa predicación” que Domingo había querido poner al servicio de la Iglesia. Por una parte, este arraigo en la plegaria litúrgica era esencial para la unidad de vida de cada fraile y de cada co- munidad. Por otra, al estar entregados a la predicación itinerante, siguiendo a Jesús Predicador, era adecuada para proporcionar a los frailes las condiciones de unidad entre todas las comunidades.
Fieles a esta intuición, desde hace ocho siglos, los frailes y las hermanas gustan de cantar el oficio divino, no solamente para cumplir su compromiso en la oración común y coral regular, sino también como una de las modalidades de su predicación, y de la predicación mutua que se dirigen mediante esta oración. Hasta el Concilio Vaticano II, como en el conjunto de la Iglesia católica latina, en la Orden se cantaba la liturgia en latín. A lo largo de los siglos se ha constituido así un excepcional patri- monio de expresión de la fe, de recepción de la Palabra, de “conversación” con Dios. Cada una de las tradiciones espirituales ha hecho su contribución específica a este patrimonio, y los himnos que se presentan aquí, sin pretensión de exhaustividad, quieren ser ejemplo de ello.
Estas músicas y estos textos no son “testimonios del pasado” que inviten a una vuelta nostálgica a tiempos pretéritos. Si bien desde el Concilio Vaticano II se celebra habitualmente la liturgia en la Orden en la lengua del país, los frailes y las hermanas gustan de incluir algunas de estas oraciones en su celebración. Con ello quieren dia- logar con el pasado en su oración actual, manifestando todo lo que pueden aportar a la oración de hoy en día la sabiduría, la inteligencia teológica, la búsqueda de la verdad y la aspiración a la belleza de nuestros predecesores, y estimular la creativi- dad en lo que respecta a la oración y al canto litúrgico, indispensable tanto hoy como ayer para la renovación de la evangelización. Ir a la fuente para comprometerse con el futuro con fidelidad, alegría y creatividad: ¿no es precisamente este el propósito de la celebración de un Jubileo? La recopilación que presentamos es parte de esta celebración.
fray Bruno Cadoré, O.P.
Maestro de la Orden de Predicadores