En tiempos modernos en los que la tecnología y las Redes Sociales han desarrollado un nuevo lenguaje de comunicación virtual que conecta a millones de personas en todo el mundo, la presencia de la Iglesia en Internet resulta fundamental como instrumento de evangelización y acompañamiento espiritual, enfocándose especialmente en los jóvenes, que pasan gran parte de su tiempo «navegando» en estas plataformas online.
Precisamente, sobre la evangelización en las Redes Sociales se debatió en la 14° Congregación General del Sínodo de los Obispos que se celebra en el Vaticano, dedicado al tema de los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional: una temática que aunque no está exenta de aspectos críticos, los Padres sinodales hacen hincapié en que no es una amenaza, «sino un nuevo camino para difundir la Palabra de Dios siguiendo las pautas de libertad, prudencia y responsabilidad».
Evangelizando en el tercer milenio
«Estamos llamados a ser «el apóstol Pablo digital» del tercer milenio», explica la Asamblea lanzando la propuesta de crear una Oficina especial para la pastoral y la misión digital con el fin de evangelizar, pero también para señalar aquellos sitios web que difunden posiciones doctrinales que no son fieles a la enseñanza oficial y al Magisterio.
Al mismo tiempo se sugiere la creación de aplicaciones, juegos y herramientas interactivas que contribuyan a conocer en mayor profundidad el Evangelio y la Iglesia. Igualmente, los obispos expresan su preocupación por aquellos jóvenes que pasan demasiado tiempo utilizando los dispositivos tecnológicos como las computadoras, tablets y smartphones, ya que en muchos casos se vuelven adictos a ellos, «condenándose a la soledad de un mundo irreal donde las amistades son sólo virtuales».
La Iglesia desea fomentar encuentros concretos entre las personas a través de peregrinaciones y grandes acontecimientos como la JMJ creada por San Juan Pablo II. Y en este sentido, la mirada eclesial ya se proyecta en Panamá 2019.
Invertir en educación: clave de las futuras generaciones
Por otra parte, la Asamblea dedicó un gran espacio al tema de la formación: la Iglesia y la sociedad necesitan a los jóvenes, pero no se puede escatimar en la formación de las futuras generaciones. Según los Padres sinodales, llevar a cabo un proyecto educativo significa evitar que la laxitud ética, el individualismo y el relativismo puedan hacer que el entusiasmo de las nuevas generaciones se desvanezca.
«Necesitamos una pedagogía para la ciudadanía activa y la política: necesitamos proponer la doctrina social de la Iglesia, un estilo de vida sobrio, una ecología humana integral y combatir la corrupción desenfrenada. En un mundo cada vez más multicultural, la colaboración entre religiones es importante para este fin», añaden.
Promover la pedagogía familiar
Y al respecto, no existe un entorno educativo más importante que la familia, un espacio de formación para la escucha y el diálogo mutuo entre generaciones, para el aprendizaje de las primeras reglas de convivencia social.
El Aula sinodal espera que se proteja la autoridad de los padres y que se promueva una pedagogía familiar que fomente las virtudes más que las emociones y la voluntad de dar y sacrificar.
La familia, advierte el Sínodo, «se ve amenazada por colonizaciones ideológicas que condicionan la ayuda económica a los países menos desarrollados a la introducción de políticas contrarias a la vida y al matrimonio entre hombre y mujer».
La Iglesia – por tanto- está llamada a convertirse en una familia de «muchos jóvenes huérfanos o que viven en contextos familiares desfavorecidos».
Fortalecer las raíces de la fe desde sus orígenes
Igualmente, los participantes los trabajos sinodales recalcaron que muchos jóvenes se distancian de la Iglesia con el tiempo, porque las raíces de sus creencias eran débiles.
De ahí la necesidad de una catequesis que considere las preguntas del sentido existencial y la sed de amor como objetivos a responder.
En efecto, los jóvenes -señala la Asamblea- quieren indicaciones claras, no confusas, sin desviaciones del lenguaje de Cristo o conformes a las tendencias modernas de los medios de comunicación.
Armonizar la teoría con la vida práctica
La formación para el matrimonio es a menudo una oportunidad para acercarse a la comunidad eclesial, pero es necesario intervenir primero. La respuesta -sugiere el Sínodo- es una pastoral vocacional más eficaz, orientada a implicar a los jóvenes en los procesos de toma de decisiones y en la evangelización de sus pares.
La amistad es de hecho un lugar privilegiado para la transmisión de la fe en la vida cotidiana. Hay que tener en cuenta en la catequesis que la teoría debe estar siempre armonizada con la vida concreta: «una evangelización que no llega al corazón es, de hecho, como una pintura que sólo permanece en la superficie. Incluso en los seminarios, por lo tanto, la formación debe ser orientada a una dimensión más humana».
La riqueza del encuentro de culturas
En cuanto al tema de la inmigración, tratado en diversas ocasiones a lo largo de este Sínodo, «el encuentro de culturas», dicen los participantes en esta Congregación General; «nos anima a buscar lo mejor de nosotros mismos y a corregir algunas de nuestras deficiencias. Los sacerdotes son puntos de referencia esenciales para muchos jóvenes refugiados. Si la Iglesia está atenta a las necesidades de los necesitados y abre su corazón a Dios y a todos los jóvenes, independientemente de su historia de vida, siempre permanecerá joven».
Y para ellos es fundamental el «testimonio», porque un testimonio de Cristo tiene más poder de atracción que mil palabras: los jóvenes piden autenticidad y cuando la encuentran en el ejemplo de la vida de los mártires y de los santos, en la sonrisa clara de las personas consagradas, en la entrega de un sacerdote, en la alegría y en el esfuerzo de ser familia, «entonces se cuestionan, se ponen en camino y deciden tomar sus vidas con sus propias manos».
(Tomado de: vaticannews.va)