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Religiosas ayudan a migrantes en la frontera estadounidense

En un esfuerzo conjunto, las hermanas de numerosas congregaciones que viven en la zona fronteriza entre México y Estados Unidos intentan facilitar la situación a quienes migran. Acompañemos con nuestra oración esta difícil misión, que responde a las periferias existenciales de las que habla el Papa Francisco.

Una hermana dominica, que se suma como voluntaria desde Bolivia, describe la situación: “Mañana viajo a Texas, El Paso, para ayudar a los inmigrantes a que se unan con sus familiares en Estados Unidos. Trabajaré en un albergue donde ellos llegarán después de pasar varios días bajo la interrogación y dominación de la inmigración americana. Hice esto el año pasado. Cuando llegan al albergue, llegan con hambre y con la camisa en el cuerpo. Lo primero que hacemos es darles de comer y una buena ducha, y cama. Ayudamos llamando por teléfono a sus familiares, comprando tickets para su viaje en bus o avión y enviándolos. Trabajamos con miles de voluntarios que viven en El Paso y nos proveen con comidas, transporte del albergue al aeropuerto o estación de buses. Sólo tenemos 24 horas para hacer esto porque cada día la inmigración americana nos trae de 50 a 100 inmigrantes. Bendito sea Dios porque he recibido donaciones de todos lados de la gente americana. Esto nos ayuda para comprar zapatos, ropa interior, shampoo, peines, medicinas, agua que con el calor de 35 grados es indispensable”.

Este proyecto “no es de las hermanas Dominicas de Sinsinawa, o mío”, explica la religiosa,  sino que “es un esfuerzo de las hermanas que viven y trabajan en la frontera. Ellas nos coordinan y nos llaman cuando nos necesitan. Son muchas las congregaciones de todo tipo que participan en esto”.  “Les ruego rezar por nosotras las voluntarios/as y por la gente que vamos a ayudar”, solicita.

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