Después de 48 años de misión en Argentina, la hermana Verónica Rafferty decidió regresar a Irlanda. En esta nota, hace un repaso de los sitios y áreas en los que estuvo presente y nos cuenta sus planes para el futuro.
Febrero fue un mes de despedidas y cada una de ellas es “como un tsunami de afecto y de energía” para Verónica. “Lo que tengo por dentro es una gran paz porque estoy con esa certeza de que este es el momento de volver a Irlanda y que uno está recogiendo lo sembrado en otros corazones durante muchos años, hasta a uno le sorprende el impacto. Tengo momentos de nostalgia en los que sé que voy a extrañar a esa gente querida, de verlas cerca, voy a extrañar el clima, el sol, el calor, voy a extrañar la huerta, ese milagro que es el crecimiento de la semilla de una planta, de una fruta”, afirma.
“Me llevo, de estos 48 años vividos en Argentina, la calidez de la gente, su espontaneidad, su humanidad, eso sobre todo. Me llevo también el gozo de haber conocido la música folclórica del país, que es de las más ricas del mundo, con la variedad de cada provincia, y me llevo este último proyecto que fue un poco inesperado: yo vine a Victoria en 2007 pensando ‘es un tiempo de quietud, ya no empiezo algo nuevo’ y de golpe se me presenta este proyecto de la Caminata Cósmica, que me ha ayudado un montón, así que me llevo esto y la colaboración con Verónica Banchero. Me llevo también, porque está saliendo en todas las despedidas, el valor de la escucha, lo que eso ha sido para las mujeres, entonces, seguramente va a ser un eje de mi trabajo futuro”, comenta.
Itinerario
Verónica explica que en octubre de 1972 llegó a Buenos Aires, donde vivió tres años. Trabajó en el colegio Keating Institute. “Ahí enseñaba inglés a un grupo de jardín de infantes y eso sí que fue un desafío a prueba de fuego porque no me había preparado para trabajar con niños tan chicos, después enseñaba inglés a quinto o sexto grado, a la vez estuve aprendiendo castellano”. “En ese lugar fue la primera etapa de extrañar Irlanda y de empezar a encontrarme en casa con los argentinos y las argentinas, encontrar amistades con las hermanas de Mercy que me apoyaron afectivamente por años”, relata.
“Luego fui a Paraná, donde estuve 10 años, del 75 al 85 y de ahí empecé un aprendizaje nuevo, estar como agente pastoral, trabajar en barrios muy marginados. Se me ofreció la posibilidad de abrir una guardería, ya construida, en barrio Las Flores, cerca de la iglesia San Agustín. Eso fue un trabajo de muchos desafíos y después de volver a Irlanda, tres años después, yo dije ‘he estado en la universidad otra vez, pero esta vez la universidad de los más marginados, tuve que aprender a conversar con ellos’. En Paraná, además, aprendí a tocar la guitarra, tomé lecciones he hice un curso, me otorgaron un diploma de cinco años de guitarra, yo no sé qué valor puede tener, pero me lo llevo conmigo”, expresa. También recuerda la preparación de la misión con el grupo juvenil de la parroquia, con el que fue cuatro veranos a Toro Pozo, en Santiago del Estero.
Luego, vivió 10 años en Cuartel V, Moreno. “Fui ahí como la vicaria del grupo, así que tenía tareas de congregación, me llevó a estar en el equipo de CONFAR, en el equipo de FEDAR y en los años 90, después, en CODALC”. En Cuartel V, desarrolló distintos grupos de escucha y elaboró sus programas. Se enfocó en el tema de la violencia doméstica “porque cuando volví de Irlanda en el 85 vine con un enfoque de promoción de la mujer, ha sido una constante en todos estos años, a partir del 85. En Cuartel V también, como las otras hermanas, hice una hora por semana de radio comunitaria, desde la Iglesia, fui referente de escucha mutua para la fundación de Seattle. Andaba a las corridas con muchos viajes, el trabajo local sufrió pero otras hermanas tomaron la posta y lo de la escucha siguió”.
En el 96 se mudó a Sánchez, cerca de San Nicolás, donde estuvo por tres años. Encontró que “la hermana Agustina tenía ahí el proyecto del salón comunitario deportivo para dar a los jóvenes una actividad sana y para que no cayeran en la droga. Por suerte, se pudo juntar el dinero y con donaciones locales, de las fábricas, de la municipalidad de Ramallo, pudieron terminar e invitar al embajador en el ’97 a hacer la apertura y esa obra sigue hasta hoy. Cuando yo me fui a Roma, la hermana Joana y Tere Alfano mantuvieron y desarrollaron muchos otros aspectos, iniciamos ahí una biblioteca popular en el primer tiempo con Ana y después Joana y Tere lo llevaron adelante, pusieron un centro de computación”.
A fines del 98, toda la comunidad de Sánchez se traslada a Rosario, “para tener cerca a los médicos para las hermanas mayores, estaban María, Flora, Agostina”, rememora Verónica. “En Rosario, como estaba, a través de CODALC, vinculada a DSI, el grupo internacional que formamos los cinco continentes de hermanas dominicas, llevó a que me pidieran iniciar un voluntariado para laicos desde la familia dominicana. Eso lo iniciamos en Rosario, con la ayuda de Tere, de Carola Arrue y eventualmente tuve que ir a Roma, a vivir ahí en 2002, por dos años”. “También cuidé a las mayores-resalta- y mantuve contacto con la asociación San Patricio, y eso hasta el día de hoy”.
“Cuando volví de Roma en 2004 me mandaron a Termas (de Río Hondo) y estuve apenas un año, pero por suerte, la hermana Teresa había empezado grupos de MAPA (Mujeres Aprendiendo a Ayudarse) y no tuve que iniciar nada, sino que simplemente continuar, apoyar, enriquecer en lo que pude el trabajo hecho por ella y por hermana Catrina en derechos humanos”, relata. En 2006, “vuelvo como la vicaria del grupo a vivir en Buenos Aires, en Cuartel V y también siguieron los compromisos internacionales, con facilitación de capítulos en Madrid, en Trinidad y Tobago y con las hermanas Tucumanas, que muchas veces me invitaron. En Cuartel V en esa época siguió MAPA”.
Entre 2010 y 2017 volvió a Rosario, donde ayudó a llevar una reliquia del santo irlandés Oliverio Plunkett. “Hice una biografía en español para la gente de San Patricio, reforcé mi relación con ellos y di varias charlas, una por año. Recibí dinero de un donante de Irlanda para iniciar un proyecto de prevención del SIDA, dos chicas, Nadia Ludi y Rocío Funes, elaboraron el proyecto, hicieron todo, y solamente les tuve que ir dando fondos y un poco de acompañamiento, eso duró hasta el final de 2020 y llegaron a miles y miles de alumnos de colegios”, indica Verónica. “Me acompañó el último año la hermana Susy, en 2017 ella vuelve a Irlanda y yo vengo a Victoria con la hermana Joana y la hermana Matilde. He hecho algo en este tiempo, de escucha, sobre todo en el Kennedy (instituto), con las enfermeras. En 2019 logramos hacer 13 talleres de MAPA, como una resurrección de la vida de escucha mutua. La pandemia cortó eso, por supuesto. La otra novedad del tiempo en Victoria ha sido hacer una huerta, aprender mucho, gozar mucho, contemplar mucho por esta experiencia. Finalmente, la Caminata Cósmica”.
Escucha, Educación por la Paz y Caminata Cósmica
“Lo que más se destaca de este tiempo en Argentina ha sido la experiencia de aplicar la escucha”, asegura Verónica y destaca que, si la actividad “prendió” en grupos de mujeres, sobre todo entre las más maltratadas, fue gracias a la acción de otras hermanas: Teresa, Eli, Joana y Noemí, que la llevó a un centro para personas con discapacidad.
Resalta también “la experiencia de haber aprendido a ser facilitadora de Educación por la Paz y acompañar y estar en los congresos y talleres” y el último proyecto, la Caminata Cósmica, que desde 2019 la conduce “a una contemplación muy diferente de lo que me rodea, de observar, de estar en el presente”. Por último, se lleva “el recuerdo de dos ángeles que nos están acompañando en este último tiempo y que acompañaron a hermana Matilde también, hablo de Estela Caballero y Mary Sosa, realmente han sido increíbles, están acá todos los días, limpian, ayudan, cortan el pasto, hacen de todo, realmente su compañía es invalorable”.
El futuro en Irlanda
La hermana Verónica se radicará en un convento en Belfast que tiene un gran hospital del otro lado de la calle, por lo cual considera que un probable espacio de pastoral será la visita a los enfermos. Por otra parte, ya se ha vinculado con un grupo de escucha, que la está esperando. Desea “tener un tiempo con mi familia, son muchísimos, tengo 78 sobrinos y 9 hermanas y otros hermanos. Pensaba poder tejer a crochet, hacer cosas así, pero me parece que las manos no dan para eso, huerta tampoco tendría, pero voy a mirar crecer las semillas. Pienso estar inspirada por mi tiempo en Argentina, que seguro va a ser la memoria más fuerte en mi disco rígido. Ocupa más lugar, mis 48 años acá son el doble de lo que pasé en Irlanda”.