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Virgen del Rosario, mujer de Pueblo, mujer de Dios

«Son pocas las personas creyentes que no han rezado el Rosario con sus abuelas o madres (seguro que ya les ha llegado alguno de esos recuerdos de la infancia o juventud). En este tiempo de prisas, televisión y dispositivos electrónicos, es verdad que la vida es mucho más acelerada, y sentarse a rezar el Rosario parecería una pérdida de tiempo. Hoy, dentro de esta vorágine de actividades, idas y venidas, les invito a detenernos unos minutos en esta advocación de María que lleva por nombre: “Virgen del Rosario”.

Sabemos que la tradición del Rosario se remonta al s.XIII con Santo Domingo de Guzmán. Cuenta la tradición, que la misma Virgen se le apareció a Domingo y le pidió que se contemplara la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús a través de esta oración tan popular como es el Ave María. No sabemos cómo fue tal encomienda o qué tan fieles sean los detalles, pero lo cierto es que ésta es la oración que ha acompañado la vida y la fe de muchas generaciones. Novenas, patronales, rezos de difuntos, momentos de oración a solas y momentos de oración en soledad, oración en familia y oración con la comunidad cristiana, en la intimidad del hogar o proclamado en las calles (Rosario de la Aurora).

Y es que la Virgen del Rosario, María, ha acompañado, con el rezo del Rosario, momentos de dificultad, de esperanza, de dolor, de duda, de solicitud, de acción de gracias; ha acompañado la vida de la persona y comunidad creyente que, en medio de las prisas y los quehaceres, siente la necesidad de hacer una parada en el camino, tomar aliento, reponer fuerzas, serenar el espíritu para escuchar y sentir, como un susurro, el abrazo de Dios Padre-Madre.

Rezar con María nos lleva a Jesús, y contemplarla a María nos lleva a estar como ella: a la escucha de Dios y en disponibilidad; vinculada al proyecto de salvación de Jesús; siendo profetisa y predicadora de la acción de Dios en la Historia; meditativa y orante; discípula en fidelidad; preparada para las dificultades; contemplativa en la acción; mártir al por menor; comunitaria, esperanzada y animadora.

Las cuentas del Rosario, los Misterios (Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos), los Padrenuestros, las Ave Marías, los Glorias, las Letanías, la Salve y las oraciones que la religiosidad popular introduce en torno al rezo del Rosario, forman un todo que adquiere sabores y matices en las diferentes culturas. Como el sabor de esta María, mujer del Pueblo, mujer de Dios.

Es así como la Orden de Predicadores y las Misioneras Dominicas del Rosario nos acercamos y debemos acercarnos a la Virgen del Rosario, como parte de un Pueblo de Dios que se deja acompañar por María para contemplar el misterio siempre actual de Cristo Salvador, para escuchar el paso de Dios por nuestras vidas, para apaciguar el paso y marchar al ritmo del Espíritu (de la Ruah)».

Hna. Marisa Folgado Martí. Misionera Dominica del Rosario

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