MENSAJE DEL MAESTRO DE LA ORDEN PARA LA NAVIDAD 2009 Y EL AÑO NUEVO 2010 En el último mensaje de Navidad de su mandato, el Maestro de la Orden, Fray Carlos Azpiroz Costa OP, hace foco en el tema de “La misión de la predicación”, enmarcándolo en el camino hacia el Jubileo por el VIII centenario de la confirmación de la Orden (1216-2016) y la celebración en 2010 de los 500 años de la fundación de la primera comunidad dominicana en “Las Américas”.
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MENSAJE DEL MAESTRO DE LA ORDEN PARA LA NAVIDAD 2009 Y EL AÑO NUEVO 2010
Hacia el VIII Centenario de la confirmación de la Orden 010
¿Cómo saldrán a predicar sin ser enviados?
(Romanos 10, 13-15)
LA MISIÓN DE LA PREDICACIÓN
En el último mensaje de Navidad de su mandato, el Maestro de la Orden, Fray Carlos Azpiroz Costa OP, hace foco en el tema de "La misión de la predicación", enmarcándolo en el camino hacia el Jubileo por el VIII centenario de la confirmación de la Orden (1216-2016) y la celebración en 2010 de los 500 años de la fundación de la primera comunidad dominicana en "Las Américas".
"La misión de la predicación" es el tema escogido para ser especialmente reflexionado por todas las ramas de la Orden en 2010 dentro del itinerario de nueve años de celebración del Jubileo. "Dedicar especialmente este año a reflexionar en ’La misión de la Predicación’, dilatará nuestras mentes y corazones, ofreciendo así un marco ideal a la celebración del próximo Capítulo General Electivo", asegura Fray Carlos.
En su mensaje el Maestro recuerda que "nuestra vida dominicana está especialmente orientada a buscar y a conocer a Dios, conservar y profundizar la Fe y –a través de nuestra predicación- hacernos de alguna manera ‘responsables’ de la fe de los demás, hasta los confines del mundo".
Subraya, no obstante, que no es suficiente "conservar el patrimonio recibido", sino que es necesario renovar el contenido de la Fe, no en sí mismo, sino en nosotros mismos, en nuestras comunidades e instituciones, en nuestra cultura, en nuestra vida. "¡Cada vez se hace más urgente y necesaria una fe más madura y misionera!" enfatiza Fray Carlos.
El Maestro organizó su mensaje en tres partes, en las que ilumina sus reflexiones recurriendo a la imagen de los Reyes Magos como "un ícono de la búsqueda de Dios" y evocando los primeros pasos de Santo Domingo como misionero así como la experiencia de los primeros dominicos que llegaron a América.
I. «Queremos ver a Jesús»
(Juan 12, 20)
Hemos sido llamados a buscar y conocer a Dios
En la primera parte de su mensaje, de la mano del profeta Isaías y de los Reyes, Fray Carlos reflexiona en torno al llamado a conocer a Dios y a empeñar toda la voluntad en ello.
"El nacimiento de Cristo, la manifestación de su misterio, nuestra adhesión personal en la fe, genera un movimiento, una responsabilidad. Ante semejante revelación el inmovilismo no puede justificarse, todo nos invita a una búsqueda entusiasta, alegre, perseverante", sostiene el Maestro. .
"¿Buscamos a Dios?", pregunta Fray Carlos, para luego recordar que Juan Pablo II durante el Capítulo Electivo de 1983 destacó que "una de las ideas guía de la misión de la Orden es el primado absoluto de Dios en la inteligencia, en el corazón, en la vida del hombre". "Tenemos la misión de proclamar que nuestro Dios está vivo, que es el Dios de la vida, que en Él existe la raíz de la dignidad del hombre que está llamado a la vida", asevera.
"La ignorancia, la inercia, la indiferencia, el agnosticismo, la duda sistemática, el fastidio o tedio refinado (ocio infecundo), cierto espiritualismo atado a las propias experiencias interiores, la reducción del saber al sólo conocimiento de los datos sensibles o de evidencias racionales, y tantas otras expresiones de la cultura de los tiempos que corren, se convierten en abdicaciones del pensamiento humano al primer deber de la vida ¡Conocer a Dios!", enfatiza.
Fray Carlos señala, en este sentido. que se trata de "una responsabilidad que hemos de despertar en nosotros mismos sabiendo que para eso hay que ponerse en movimiento: pensar, estudiar, instruirse, formarse ¡pedir el don de la fe! (cf. Eclesiástico 6, 18-21. 32-37)".
"En efecto, el acto de fe no puede dispensarnos del estudio (Teología), del culto y del amor a la verdad recibida (lectura, meditación, oración); de la coherencia entre la fe y nuestra vida (la virtud, la vida cristiana)", precisa.
II. «Permanece fiel a la doctrina que aprendiste…
tú sabes de quiénes la has recibido»
(2 Timoteo 3, 14)
Hemos sido llamados a conservar y profundizar la Fe
En la segunda parte de su mensaje, el Maestro destaca que la responsabilidad de la fe no se reduce simplemente a conocer y buscar a Dios, sino que "exige que ella sea acogida como don, atesorada, conservada y profundizada cultivada! ¡vivida!".
En este tramo de su carta Fray Carlos evoca a Fray Pedro de Córdoba y a los primeros dominicos que arribaron a la isla "La Hispaniola" en septiembre de 1510. "Estos frailes inician inmediatamente, con gran pobreza de medios, su tarea apostólica, tomando conciencia al poco tiempo del gran potencial humano contenido en las nuevas culturas aptas para recibir el Evangelio y también de los profundos y no fáciles problemas que la misión les presentaba: las dificultades de la integración con esas culturas de parte de los europeos, la pretensión de contar con justos títulos de dominación, la justificación de la esclavitud y los métodos compulsivos aplicados a la evangelización de parte de otros misioneros, etc.", evoca.
"Aquellos frailes predicadores de las universidades o en las pequeñas capillas de barro nos siguen enseñando el secreto de la vocación profética: la responsabilidad de la fe y conservación del patrimonio recibido al poder leer los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios; la profundización de la fe al leer la Palabra tomándole el pulso a la realidad", indica.
Fray Carlos recuerda que "los predicadores de las universidades y de las pequeñas capillas, intentaban también leer la Palabra de Dios en contacto con lo que sucede, con los acontecimientos, a través de los cuales Dios también quiere decirnos ‘algo’ (los hechos pueden convertirse en indicios, pistas, ¡’signos de los tiempos’!)". "De ese modo se evita la rígida e infecunda polarización fundamentalista, propia de una teología maniquea", sostiene.
"Para quienes contemplamos el misterio de la Epifanía, para quienes seguimos las huellas de Santo Domingo y abrazamos como propia la historia de la Orden, no basta ‘conservar’ la fe, es necesario estudiarla, profundizarla, según las exigencias de la propia vida y la vida de aquellos que nos rodean, la vida de aquellos a quienes hemos sido enviados", enfatiza.
"Ser creyentes nos impulsa a conformar la vida con la fe, a un estudio constante de la verdad, a inculturarla, a evangelizar la cultura", destaca el Maestro.
III. «Realiza tu tarea como predicador del Evangelio»
(2 Timoteo 4, 5)
Hemos sido llamados a ser "responsables" de la fe de los demás,
y por ello, a ser misioneros
En esta última parte de su mensaje, el Maestro bucea en la vocación misionera de los dominicos. "La Epifanía manifiesta la fuerza del mensaje de Cristo llamado a dilatarse a toda la humanidad y despierta en nosotros esa vocación católica, universal. Cristo es para todos, para todos los hombres y mujeres, para todos los tiempos, para todas las naciones", sostiene.
"Este llamado invita especialmente a la Orden a renovar su vocación misionera también con acentos particularmente universales, amplios, generosos, pues por nuestra profesión nos consagramos totalmente a Dios y nos entregamos de una manera nueva a la Iglesia universal, dedicándonos por entero a la evangelización íntegra de la palabra de Dios", subraya.
"La Orden está llamada a escribir e interpretar una nueva ‘Sinfonía para el Nuevo Mundo’ ¡para ‘Nuevos mundos’, asevera el Maestro aludiendo al famoso músico Antonín Dvořák. ¿Cuántos ‘mundos’ esperan hoy nuestra presencia mientras recordamos este singular aniversario de la primera comunidad en tierras americanas caminando alegres hacia la celebración de los 800 años de la confirmación de la Orden?, cuestiona.
"Hemos de considerar nuestra responsabilidad por la fe de los demás. Lo haremos dóciles al mandato apostólico, misionero, evangelizador y poniéndonos una vez más –como en el día de nuestra profesión dominicana– en las manos de quienes nos enviarán considerando las necesidades de la Orden y según nuestra propia utilidad en Cristo", plantea Fray Carlos, al tiempo que reconoce que también "aquellos a los cuales somos enviados serán para nosotros ejemplo, consuelo y estímulo… y somos misionados por ellos!"
"Una vida atraída por la luz de Cristo e iluminada por Él, sabe atraer a otros, manifiesta el rostro de Dios que es amor, misericordia y perdón", manifiesta Fray Carlos, a la vez que explicita su deseo de que "este año sea ‘Epifanía’ para todos, que se encienda el ardor de la voluntad de llevar a Cristo al mundo".
Texto completo del mensaje en http://cidalc.op.org/ y www.op.org