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Maestro de la Orden reflexiona sobre la misión de la orden a pocas semanas del Capítulo General

 FRAY CARLOS AZPIROZ  REFLEXIONA SOBRE LA VIDA Y MISIÓN DE LA ORDEN A POCAS SEMANAS DEL CAPÍTULO GENERAL El Maestro de la Orden escribió una carta en la que reflexiona sobre algunos aspectos de la vida y misión de la Orden de Predicadores. Fray Carlos destaca que “cuando se recuerda, especialmente si el recuerdo se hace celebración, es imprescindible LEER, MIRAR Y CONTEMPLAR la realidad, ABRAZAR Y CONSERVAR EN EL CORAZÓN lo que hemos contemplado y como fruto de ello PRONUNCIAR PALABRAS DE GRACIA Y VERDAD que inviten también a otros a ALABAR, BENDECIR Y PREDICAR”. (Cidalc al Día)

 

Cidalc al Día

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 FRAY CARLOS AZPIROZ  REFLEXIONA SOBRE LA VIDA Y MISIÓN DE LA ORDEN A POCAS SEMANAS DEL CAPÍTULO GENERAL

 « ¡OH DIOS!, RESTÁURANOS, QUE BRILLE TU ROSTRO Y NOS SALVE»

Salmo 80 (79), 4. 8. 20

 En ocasión de conmemorarse el pasado 10 de junio el centenario de la restauración de la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia, y a pocas semanas del Capítulo General electivo, el Maestro de la Orden, Fray Carlos Azpiroz Costa OP, escribió una carta en la que reflexiona sobre algunos aspectos de la vida y misión de la Orden de Predicadores

 En su misiva, dirigida en la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, Patrona de Colombia, a Fray José Gabriel Mesa Angulo y a los frailes de la referida Provincia, pero por cuyo contenido puede considerarse extensiva a todos los integrantes de la Orden, Fray Carlos destaca que “cuando se recuerda, especialmente si el recuerdo se hace celebración, es imprescindible LEER, MIRAR Y CONTEMPLAR la realidad, ABRAZAR Y CONSERVAR EN EL CORAZÓN lo que hemos contemplado y como fruto de ello PRONUNCIAR PALABRAS DE GRACIA Y VERDAD que inviten también a otros a ALABAR, BENDECIR Y PREDICAR”.

 El Maestro de la Orden señala, una vez más, que “celebrando un siglo de la Restauración de la Provincia, el V Centenario de la llegada de los frailes a la Hispaniola o los 800 años de la confirmación de la Orden, se impone en nuestro camino una pausa, la necesidad de reflexionar –serena y profundamente- para responder a lo que el Evangelio nos pregunta ¿Dónde está nuestro tesoro? ¿Dónde está nuestro corazón?”.

En este sentido, en otro pasaje de la carta, subraya que  “que el Señor nos pregunta hoy acerca de nuestra mirada, nuestro corazón y nuestra predicación de cara al futuro. No podemos simplemente responder con nuestra historia. Como nos enseña también Nuestra Señora, es necesario actualizar una renovada respuesta de vida, que exige totalidad: nuestro FIAT!”.

 En su carta Fray Carlos invita a asumir “una mirada abierta, contemplativa sobre el mundo, nuestros hermanos y hermanas, sobre Dios! ¡para vivir con un corazón abierto, evangélico, en donde todos tengan un sitio sin exclusión! ¡para ser predicadores -labios abiertos- de la Buena Noticia en todos los confines de la tierra!”.

 LA MIRADA CONTEMPLATIVA

 “Frente a la realidad del mundo que nos interpela, de la Iglesia que nos necesita y del pueblo al que intentamos servir, ¿cuál es nuestra mirada?”, se interroga Fray Carlos, al tiempo que plantea que “en nuestra vida cotidiana podemos tener diversas miradas (…): las del ‘espía’, las del ‘observador’ o ‘espectador”’, la mirada contemplativa”.

 Tras referirse a las dos primeras miradas de la realidad, Fray Carlos destaca que “los ojos contemplativos descubren los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los demás. Por ello con ojos abiertos, solidarios y compasivos, asumen la realidad”.

 “La contemplación no es ciega… al contrario es clarividente. Contemplamos a Dios y sus misterios, a nuestros hermanos y hermanas, al mundo y los desafíos que éste nos hace como predicadores. ¿Podemos decir que amamos a Dios a quien no vemos si no amamos a los hermanos y hermanas a quienes vemos? ¡No! ¡Seríamos unos mentirosos! Pues tampoco podemos decir que contemplamos los misterios de Dios a quien no vemos si no somos capaces de contemplar los misterios de los hermanos y hermanas a quienes sí vemos ¡misterios de gozo y de luz, misterios de dolor, angustia, tristeza… de cruz!”, precisa.

 Refiriéndose a la formación dominicana, el Maestro indica que “el camino de nuestra formación –tanto la formación “inicial” como la “permanente”- iluminado por la mirada de la fe, no es sólo intelectual sino también camino afectivo, un camino que debe dilatar nuestra mirada y el corazón”.

 VIVIR PARA SÍ O PARA LOS DEMÁS, ESA ES LA CUESTIÓN

 “No es éste el lugar ni el momento para ventilar asuntos internos (casos o causas), pero al celebrar con alegría la vida de la Provincia en este centenario es importante preguntarnos por la vida de muchos hermanos y hermanas nuestros”, expone el Maestro.

 “Hoy debemos responder una vez más aquella pregunta inicial de la vida fraterna herida de muerte: ‘¿Dónde está tu hermano?’. La respuesta no puede jamás volver a ser un simple y escurridizo ‘No lo sé ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?’[Génesis, 4, 9]9”, enfatiza.

 “Por ello, la vida evangélica nos propone una alternativa de la que no podemos ni debemos escapar. O somos ‘acusadores’ de nuestros hermanos ‘acusándolos ante Dios día y noche’ –tarea predilecta del diablo cuyo cometido también es que perdamos la memoria – [cf. Apocalipsis 12, 10], o –en Cristo- somos para nuestros hermanos o hermanas, abogados, ‘defensores’ [cf. 1 Juan 2, 1], precisa Fray Carlos.

 Advierte, en este sentido, que “la verdadera raíz del bloqueo de nuestros corazones es (…) el narcisismo” que, incluso, “puede hacerse ‘colectivo’, propio de un grupo o de grupos que se defienden contra el resto que –creen- no sabe valorar los propios talentos o conquistas”. “Vivir para sí o para los demás, esa es la cuestión”, sentencia el Maestro.

 PREDICACIÓN PROFÉTICA

 “Nuestras palabras o lenguaje manifiestan la calidad de nuestra mirada y corazón. De una mirada y corazón contemplativos surgen palabras de gracia y verdad, palabras que ofrecen a los demás el fruto de lo contemplado, manifiesta Fray Carlos.

 “Al celebrar este centenario tan especial, mirando el pasado, podemos preguntarnos hoy, imaginando el futuro: ¿dónde estamos predicando? (nuestra presencia en el territorio de la provincia y en el mundo) y ¿cómo predicamos? (la fuerza de nuestra predicación), y ¿a quiénes predicamos? (los destinatarios de nuestra predicación)”, destaca.

 El Maestro de la Orden enfatiza que “la predicación dominicana es una predicación profética. ¡Los profetas no son adivinos, ni leen en las manos el futuro de las personas o del pueblo de Dios! Los profetas leen la realidad, la historia, a la luz de la Palabra de Dios. Eso les permite trascender el momento, mirar más lejos, más allá de las circunstancias de tiempo y espacio. El profeta contempla a través de esas circunstancias aquello que es fundamental. Si no fuésemos capaces de leer la historia a la luz de la Palabra, seríamos simplemente analistas de sistemas, analistas políticos, analistas sociológicos… y no predicadores”.

 Al finalizar su carta, Fray Carlos manifiesta que “idealmente hemos iniciado una novena que nos llevará a celebrar en 2016 los 800 años de la confirmación de la Orden. Nos preparamos también a celebrar un nuevo Capítulo General, que podrá tratar y definir, inspirarnos y animarnos al coraje del futuro, a reformar lo que necesite reformarse, restaurar lo que debamos restaurar, renovar lo que exija ser renovado; refundar –en el sentido de volver de nuevo a las fuentes, a las raíces- lo que tenga que ser refundado para confirmarnos en nuestra vida y misión como frailes Predicadores. Esta es nuestra oración: ‘¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados!’”.

  TEXTO COMPLETO DE LA CARTA DE FR. CARLOS AZPIROZ OP EN http://cidalc.op.org/cidalc/ Y EN WWW.OP.ORG

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