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Perú: San Martin de Porres en Chimbote

PERÚ: SAN MARTÍN DE PORRES EN CHIMBOTE (Homilía fray Héctor Herrera OP) La urna con las reliquias de San Martín de Porres recorre el norte del país, celebrando los 50 año de su canonización. Del 4 al 9 de junio permanecerá visitando comunidades de la Diócesis de Chimbote; donde los dominicos gestaron la Iglesia local y siguen aportando desde su misión de predicadores. A continuación la homilía de fray Héctor Herrera OP en la misa de bienvenida a reliquias de fray Martín de Porres, celebrada en la parroquia San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas: ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: “Tu Dios es Rey”(Is. 52,7).  Estas palabras del profeta Isaías, son aplicables a Martín de la caridad, el mensajero de la paz, que trae una buena noticia al pueblo de Chimbote, desde este primer templo dedicado a San Pedro Apóstol, discípulo de Jesús como lo fue Martín.

El evangelio de Mt 11,25-30 nos habla del himno de la alegría que experimenta Jesús, frente a su Padre Dios: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla” (v.25). Y Martín perteneció a lo sencillos. Tenía un corazón grande. Todos cabían en su corazón por su profundo amor a Dios y por su amor al prójimo.

Siguió a Jesús viviendo y practicando el evangelio de la vida. Y eso nos enseña hoy a los cristianos: amar con ternura, acompañar al necesitado, partir el pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al desnudo, como nos dice el profeta Is. 58,6-11).

Martín nos enseña a santificarnos siguiendo y practicando la solidaridad, buscando la justicia de Dios en nuestras vidas. Siendo luz para los demás, rompiendo las cadenas injustas del egoísmo y los gestos amenazantes contra la dignidad de la persona.

Martín nos enseña a ser discípulos de Jesús aprendiendo, meditando y practicando la Palabra de vida. Por eso aprendió a los pies del crucificado la compasión y la misericordia para con los más excluidos de la sociedad. Frente al insulto, cuando le llamaban “perro mulato”, él respondía con amor y con una sonrisa que le brotaba del corazón. Es a los pies del crucificado, donde aprendió a ver en los rostros sufrientes de indios, negros y pobres esclavizados por el orgullo y la discriminación de su tiempo y de nuestro tiempo.

Hoy nos da el ejemplo que es posible seguir el camino del evangelio, si servimos con alegría y sencillez de corazón. Amaba a los demás más que así mismo, curaba sus heridas y dolencias, pero era consciente que sólo el Señor sana el corazón y el cuerpo. Porque este santo varón con su ejemplo y testimonio de vida, veía en el rostro de cada hermano el mismo rostro de Cristo.

Amaba profundamente a Jesús Eucaristía. Porque él es el Pan de vida. Se nutría de él, lo contemplaba en largas horas de oración y de adoración. Porque comprendía que el amor de Dios, se extiende a los demás a través del compartir la vida, la fe y la esperanza de ser mejores cada día.

Su vida era una vida sencilla, con humildad “ponía todo su empeño en retornar al buen camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos; procuraba comida, vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le era posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y mulatos de la misma condición que por aquel tiempo, eran tratados como esclavos de la más baja condición, lo que le valió, por parte del pueblo, el apelativo de “Martín de la caridad” (Homilía de Juan XXIII, el 6.6.1962).

Recordar hoy la figura de este humilde dominico, significa para nosotros dominicos en Chimbote, recordar la presencia y figura de tantos misioneros que también hace 50 años se identificaron con Chimbote, a través de obras de comunicación, cooperativas, educación de la fe, vivencia cristiana en las familias y movimientos, liderazgo cristóforo, educación para los niños especiales, parroquias, educación, juventud, obreros, clubes de madres, promoción de la justicia.

Todos estos signos coinciden con la labor de promoción de la causa de canonización de fray Martín, a través del Secretariado de Misiones de la Provincia San José de New York, en coordinación con quienes hicieron posible la causa de canonización como los frailes de recordada memoria de la Provincia San Juan Bautista del Perú, Fr. Juan Sokolich y Fr. Francisco Villena, entre otros.

Para toda la Familia Dominicana: Religiosas de vida activa, monjas de los monasterios, laicos y frailes es un ejemplo a seguir en el seguimiento y llamada de Jesús a ser mensajeros y portadores de Buenas Noticias, a imprimir en el corazón del pueblo cristiano, el espíritu de bondad, generosidad, comprensión, humildad, tolerancia y respeto por el otro. A ser signos creíbles del evangelio, por la comunión, unión y fraternidad, a buscar en la creación, la defensa de la vida y de la ecología y sobre todo el sentido de la justicia que brota del amor y de la paz.

Queremos agradecer a nuestro Pastor, Mons. Ángel Francisco Simón Piorno, nuestro obispo, por la deferencia del recibimiento a este santo tan querido, a los demás hermanos en el sacerdocio, por su disponibilidad a recibir sus reliquias, a todos los laicos de esta comunidad parroquial, a las instituciones educativas: niños, as, jóvenes, adolescentes que salían a lo largo del camino, para saludar a Martín.

Que por su intercesión traiga la paz, la caridad y el respeto por la vida a esta ciudad. Y sobre todo fortaleza y confianza, que sólo una mirada atenta al Evangelio, nos hará redescubrir la alegría de la fe en Cristo que quiere de nosotros más amor a Dios y al prójimo, con una fe firme que juntos podemos crecer y creer en este Dios que ama, quiere y defiende la vida, como su don más precioso.

 

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