(Roma) La Misa del Jueves Santo recuerda la Última Cena de Jesús. Normalmente el Papa la celebraba en la basílica de San Juan de Letrán, pero el papa Francisco decidió celebrarla en la cárcel de menores de Roma. En su homilía el Papa explicó por qué iba a lavar los pies a doce de ellos.
“¿Qué significa esto? Que tenemos que ayudarnos unos a otros. A veces me enfado con uno o con otra. Déjalo pasar. Y si te pide un favor, hazlo. Esto es lo que Jesús nos enseña y lo que yo hago y lo hago de corazón porque es mi deber”, les dijo el Papa.
El Papa lavó los pies a doce presos de varias religiones, entre ellos, dos musulmanes. Otra sorpresa fue que entre ellas había dos chicas.
Usó una toalla hecha con hilos recogidos en Tierra Santa. Contiene también otros trozos de una red de pescadores del Lago de Tiberíades. Una ceremonia muy sencilla y emocionante. Los jóvenes regalaron al Papa un crucifijo y un reclinatorio de madera hecho por ellos. El Papa Francisco les llevó huevos de chocolate y “colombas”, un pastel típico de Italia.
Benedicto XVI visitó esta misma cárcel el 18 de marzo del 2007, y celebró Misa para los reclusos en la capilla “Padre Misericordioso”.