Ante los hechos, el Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes manifestó su apoyo al obispo de Tabares, monseñor Gerardo de Jesús Rojas.
La eucaristía, prevista para el pasado 27 de agosto en el punto conocido como El Ceibo, en límites con la frontera de Guatemala, se celebraría en memoria de los 72 migrantes latinoamericanos asesinados por el cartel de los Zetas en San Fernando, en agosto de 2010. Cuando el obispo se disponía a presidir la celebración, acompañado de un grupo de religiosos, fue abordado y desalojado por el personal del Servicio de Aduanas y del Instituto Nacional de Migración de México. Finalmente, la misa tuvo lugar en el territorio fronterizo de Guatemala, perteneciente al Vicariato Apostólico de El Petén.
Por su parte, el cardenal Antonio Maria Vegliò, presidente del Pontificio Consejo de pastoral para los migrantes e itinerantes, manifestó su “cercanía espiritual” y “pleno apoyo” a la acción pastoral de la iglesia de Tabares, mediante una carta enviada a monseñor Rojas, en la que dice que “la iniciativa tenía un carácter profundamente pastoral y, por lo tanto, deseo expresarle la cercanía espiritual de este Consejo, que es la voz de la Santa Sede para extender a todas las áreas del mundo afectadas por los flujos migratorios el llamamiento del Santo Padre Francisco a no resignarse a la ‘globalización de la indiferencia’”.
En su misiva, el cardenal Vegliò también es explícito al señalar que “no podemos olvidar que desde 2009 hasta 2011 más de 20.000 emigrantes han sido secuestrados en el área de su diócesis fronteriza, por no hablar de todos aquellos que han caído en la red de los traficantes y de los miles de hombres, mujeres y los niños que han perdido la vida. Tampoco podemos ignorar que se están intensificando las operaciones para impedir que los emigrantes suban en el tren de carga conocido como ‘La Bestia’, obligándoles de hecho a elegir rutas alternativas y de mayor riesgo para alcanzar los Estados Unidos de América”.
En la carta, el cardenal Vegliò también recuerda a “todos aquellos que en diversas partes del mundo, se ven obligados, por la miseria o por la persecución, a cruzar las fronteras de su patria en busca de una vida humanamente digna”, denunciando las características de este drama: “abusos de autoridad y de toda clase, violaciones de las personas y de sus derechos fundamentales, explotación, extorsión, hambre, atracos, robos, mutilaciones, dolor, muerte”.
Ante estas realidades, enfatizó que “los éxodos que actualmente sacuden diversas zonas del mundo son una denuncia abierta de la decadencia de las instituciones y, peor aún, de la pérdida del sentido auténtico de la humanidad, donde la inicua distribución de los recursos y el acaparamiento egoísta de los bienes se han convertido en objetivos prioritarios con respecto a la respuesta a las emergencias humanitarias”.
El Vaticano continuará alentando el diálogo y la búsqueda de soluciones que pongan fin a este flagelo, mientras continúa acompañando a las personas en situación de migración. “En este escenario, la tarea de la Iglesia es cada vez más difícil, pero no se detiene y no se asusta”, concluye.
OSCAR ELIZALDE PRADA
FUENTES: AGENCIAS