¿Qué es? Un jubileo era para el pueblo de Israel un tiempo de alegría y de renovación. Nuestro Jubileo nos invita a volver a los orígenes de la Orden para recordar el momento fundacional en el que santo Domingo envió a nuestros primeros hermanos fuera de su casa, de su familia, de su nación, para que descubrieran el gozo y la libertad de la itinerancia.
La Orden de Predicadores al recordar la publicación de las Bulas promulgadas por el Papa Honorio III hace 8 siglos confirmando la fundación de la Orden en 1216 y 1217, ha establecido un TIEMPO DE JUBILEO que alcanza su término con un AÑO JUBILAR.
¿Cuándo?
El tiempo de Jubileo va del año 2006 hasta el 2016, dedicando cada año a un tema especial.
El año jubilar, cuyo tema será “Enviados a predicar el Evangelio”, propiamente se celebrará del 7 de noviembre de 2015 (fiesta de Todos los santos de la Orden de
Predicadores) al 21 de enero de 2017 (bula Gratiarum omnium largitori del papa Honorio III del año 1217).
¿Para qué?
El fin del Jubileo es renovarse, penetrando en un proceso dinámico que culmine en el envío de los frailes a predicar la Buena Noticia de la Resurrección de Cristo, al igual que Domingo envió a los primeros hermanos, junto a la familia dominicana.
¿Dónde?
A nivel internacional se privilegiarán los siguientes lugares:
1. Los vinculados a la vida de santo Domingo y al nacimiento de la Orden de Predicadores: especialmente Caleruega, Palencia, Osma, Fanjeaux, Prulla, Toulouse, Roma y Bolonia
2. Aquellos en los cuales hay miembros de la Orden consagrados especialmente a la oración y a la vida contemplativa: monasterios, santuarios
3. Los situados en las fronteras y los lugares en los que la Orden se está desarrollando.
¿Cómo?
Predicar significa actualizar el misterio de la encarnación para los hombres y las mujeres de hoy. La renovación de nuestra vida dominicana comienza con la unificación de toda nuestra existencia gracias a la escucha atenta de la Palabra, a la vida de oración y de contemplación, en el silencio y en el estudio.
a) Conversión
Nuestro Jubileo exige un compromiso de metanoia, de conversión, porque nuestras vidas comunitarias y personales están marcadas, a menudo, por los estilos de vida y las opiniones mundanas que nos rodean.
b) Creatividad
Considerando, de manera creativa, el modo de dedicarnos al estudio al servicio de la predicación. Alimentados con nuestras propias tradiciones, podemos aportar humildemente al mundo el servicio de la Palabra de la verdad y mostrar cómo la teología no es extraña a ninguno de los grandes interrogantes de nuestro tiempo, y ofrecer la visión bíblica y cristiana del hombre, de su dignidad y de su valor inconmensurable.
c) Fidelidad y equilibrio
Nuestro estilo de vida proviene del equilibrio personal y comunitario entre el estudio, la contemplación y la oración litúrgica, que se vivifican entre sí. El genio de nuestro fundador consistió en proporcionarnos estructuras de gobierno flexibles y democráticas, a fin de que la Orden pudiera dedicarse enteramente a la evangelización y responder así a los gozos y a las angustias, a las esperanzas y a los temores de los hombres de cada época. Nuestras constituciones son, ante todo, fuente de liberación y no de obligaciones.
d) Renovación de las estructuras
Nuestra Orden está comprometida –desde el Capítulo general de Roma– en un proceso de renovación y de transformación de sus estructuras, a fin de reforzar nuestra misión de predicación. No se trata de una simple reestructuración administrativa al interior de la Orden, y menos aún del abandono de alguna de nuestras presencias en ciertos lugares, sino de un proceso que pretende encontrar, mediante el discernimiento comunitario, las estructuras apropiadas para restaurar, en todas partes, el dinamismo de nuestra vocación y para responder mejor a la llamada que el mismo santo Domingo dirigió a los primeros frailes, a quienes envió a “predicar, estudiar y fundar conventos”.
Criterios para celebrar
1. La celebración del Jubileo durante los próximos tres años significa, sobre todo, penetrar en un proceso dinámico de renovación (misión, vida espiritual, vida común, instituciones) y no sólo la celebración de acontecimientos.
2. La celebración no debería ser autorreferente, sino orientada hacia Dios, de quien recibimos el don de nuestra vocación dominicana; y hacia aquellos a quienes somos enviados.
3. El recuerdo de nuestra historia no tiene por objeto la auto- glorificación, sino recordarnos, en actitud agradecida, nuestros orígenes y ayudarnos a descubrir el lugar de la itinerancia en nuestro modo de vida.
4. La celebración del Jubileo es una oportunidad para que, con espíritu ecuménico, nos aventuremos a penetrar en “nuevos mundos”, en actitud de diálogo y solidaridad con los olvidados, los pobres, las víctimas de la violencia y la opresión. Deberíamos acercarnos a los creyentes de otras tradiciones religiosas e igualmente a los no creyentes, para estar junto a ellos en su búsqueda de sentido.
5. La celebración del Jubileo debería reflejar la creatividad que se necesita para predicar hoy, mediante las artes (poesía, pintura, cine, etc.) y los modernos medios de comunicación (internet, youtube, twitter, etc.).
6. Los acontecimientos que conmemoramos en el Jubileo son más elocuentes cuando tienen un fuerte valor simbólico, como lo fue el primer viaje del Papa Francisco, fuera de Roma, a los márgenes de Europa: a las gentes y refugiados de Lampedusa.
7. Cuando se elijan los lugares para la celebración del Jubileo deberían privilegiarse las nuevas fundaciones en las que la Orden está naciendo.
8. Para la celebración del Jubileo deberían compartirse los recursos (intelectuales y económicos) y los materiales (arte, audiovisuales, impresos).
9. En las celebraciones deberemos cuidar e incluir a todas las ramas de la familia dominicana.
10. La celebración del Jubileo debe escuchar y captar la voz y la imaginación de los jóvenes, e invitarlos a participar en nuestra misión de evangelización.
Fuente: op.org.ar