Compartimos el Mensaje Final del Seminario Continental para Formadoras/es, realizado en Quito, Ecuador, con el título: «Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador» (Lc 1,48)
La alegría de María, fruto de la Anunciación recibida que la lleva a salir aprisa al encuentro de Isabel, es la misma que ha dinamizado nuestra oración, reflexión e intercambio de experiencias estos días y que queremos compartir con toda la Vida Consagrada.
CONFEDERACIÓN CARIBEÑA Y LATINOAMERICANA DE RELIGIOSAS/OS – CLAR
“Salgamos aprisa al encuentro de la vida”
SEMINARIO CONTINENTAL PARA FORMADORAS Y FORMADORES
Quito-Ecuador, 14 a 16 de julio de 2017
«Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador» (Lc 1,48)
La alegría de María, fruto de la Anunciación recibida que la lleva a salir aprisa al encuentro de Isabel, es la misma que ha dinamizado nuestra oración, reflexión e intercambio de experiencias estos días y que queremos compartir con toda la Vida Consagrada.
Por ello, al finalizar el Seminario Continental para Formadoras y Formadores, organizado por la Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosos, nos sentimos con el compromiso de vivir los desafíos que el Espíritu suscita en nosotras/os hoy.
“Sean testigos y no solo maestros”, ha sido el lema que nos ha acompañado y animado a escuchar el contexto sociocultural que viven nuestros jóvenes, ambiente que interpela también nuestras estructuras y estilos formativos.
En diálogo con jóvenes en formación, y profundizando en las culturas juveniles, volvemos a constatar el clamor de una Vida Consagrada que viva en todas sus etapas las relaciones comunitarias desde la circularidad; que ofrezca un testimonio de integridad, escuchando y aprendiendo constantemente del modo como Jesús acogió a los más pobres, vulnerables y excluidos de su tiempo.
Esto nos implica:
Ser personas accesibles, fiables, cercanas, que confían en las nuevas generaciones, reconociendo que Dios camina haciendo historia con su pueblo.
Potenciar un discipulado de iguales donde se engendre, sostenga y circule la vida.
Estar atentas/os a las realidades de nuestros pueblos, formando a quienes inician el camino de la Vida Consagrada, en la sensibilidad y compromiso por los más empobrecidos.
Dejarnos conducir por el Espíritu de Jesús para vivir auténticos encuentros, que se nutren en las relaciones intergeneracionales, interculturales e intercongregacionales.
Favorecer espacios comunitarios donde se respete la identidad, se acoja la diversidad y se vivan relaciones en reciprocidad, que encarnen la espiritualidad Trinitaria que hace posible la comunión en el amor.
Prepararnos como formadoras/es para la Vida Consagrada que emerge y dejarnos acompañar en nuestros procesos personales, conscientes de nuestra humanidad frágil y en camino.
Revisar y actualizar los itinerarios formativos de manera que favorezcan procesos personalizados de acompañamiento; el contacto con la realidad y el cuidado de la creación; la integración de la afectividad como cauce y expresión de la ternura y la misericordia de Dios para la humanidad.
Asumir la responsabilidad que tenemos, con sentido de cuerpo, toda hermana y hermano en los procesos formativos, desde un estilo flexible sin renunciar a lo esencial.
Con la certeza de que Dios nos ama y quiere la plenitud de vida para todas y todos, agradecemos las palabras y experiencias interculturales vividas en nuestro Encuentro, a la luz del icono de la Visitación.
Confiamos al Espíritu, la búsqueda y el deseo de una Vida Consagrada que sea anuncio y profecía para el mundo de hoy.
Quito – Ecuador, 16 de julio de 2017