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América Latina, ¿por cuánto tiempo religiosa?

religiosidad(Por: J. Amando Robles) Desde el comienzo de los noventas del siglo pasado para acá, en que comenzó a aplicarse a la Encuesta Mundial de Valores, WVS por sus siglas en inglés, América Latina aparece muy religiosa, más de lo que se esperaba.

Decimos más de lo que se esperaba porque, de acuerdo a la hipótesis construida sobre la relación desarrollo económico y religión en Europa, se esperaba que también en nuestro subcontinente a mayor desarrollo económico se diera una visión de mundo más racional-secular, por tanto menos religiosa, y no es así. De acuerdo a esta encuesta realizada ya en varios países y con varias ediciones o rondas, entre nosotros la religión más bien pareciera un valor en alza, sobre todo si por religión se entiende una fe en Dios junto con la importancia que se le acuerda en la vida. Según datos de 2005/2006, que comprenden siete de nuestros países,el promedio de este valor fue de 87,9%. Llama la atención que en un país como Chile, que a juicio de la analista Marta Lagos ha conocido un proceso fuertemente materialista o en términos de desarrollo económico a lo largo de las tres últimas décadas y que en este sentido, como lo muestran otros indicadores, se ha ido secularizando, la creencia en Dios sigue siendo alta y estable.

El ser todavía un subcontinente más religioso de lo esperado no fue la única sorpresa. Fue sorpresa también, y quizás mayor, que, para nuestro relativo nivel de desarrollo económico, aparezcamos a la cabeza del ranking mundial en valores como el de felicidad, con lo que implica de satisfacción con la vida, y libertad, calificados de realización humana, postmaterialistas y autoexpresivos, con el individualismo que los caracteriza, más propios de países económicamente mucho más desarrollados.

Pero como advierten analistas de la encuesta citada en sus diferentes rondas latinoamericanas, aunque la teoría modernización-secularización europea no es de aplicación en América Latina, también un proceso de secularización se está dando entre nosotros, sobre todo en el sentido de que más y más cada quien vive la religión “a su manera“, registrándose un distanciamiento progresivo de la institución o instituciones religiosas. De igual manera, como se detecta a nivel mundial, también entre nosotros son los sectores más jóvenes, más escolarizados y con un nivel de vida económicamente más asegurado, quienes se confiesan menos religiosos y más pro valores postmaterialitas y de realización humana.

Este último dato puede ser muy importante. En una América Latina entre la tradición y el cambio, como rezan los títulos de los diferentes informes en los países donde se han realizado las sucesivas encuestas, es un hecho que vamos hacia el cambio. El proceso que seguimos es diferente, y es muy importante tenerlo en cuenta, pero cada vez más hay que habituarse a la hipótesis del cambio y de sus implicaciones. Ante este, la religión tal como la hemos conocido y vivido entra más y más en crisis. El cambio no se detiene y frente a él la religión aparece cada vez más anacrónica y mítica. La analista chilena que hemos citado advierte en uno de sus informes que lo que estamos construyendo es una sociedad de servicios, y una sociedad de servicios demanda un ser humano diferente de la sociedad productora anterior, un hombre y mujer que piense por sí mismo, más individual y autónomo. ¿La religión con sus contenidos y propuestas está respondiendo en su nueva antropología a este nuevo hombre y mujer? Por lo que respecta a la Iglesia católica igualmente advierte que la Iglesia se está transformando más en líder moral de la sociedad que en líder espiritual. Sabia advertencia, sobre todo cuando la sociedad y la cultura que estamos construyendo, también en América Latina, van a requerir o requieren ya de un gran aporte en en el segundo sentido, mucho más exigente y transformador que el aporte moral y religioso. ¿Estamos aprovechando que América Latina aun es religiosa para ayudarla a que sea espiritual?

(Tomado de Adorar en Espíritu)

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