Las religiosas han trabajado intensamente para que el convento -destruido por el Estado Islámico- pudiera estar listo para los niños. “Intentamos ayudar a los niños dándoles paz: en nuestro convento les ofrecemos un lugar seguro.
No nos dice cuánto le cuesta mirar hacia atrás, pero, cuando lo hace, logra hablar con una calma inspiradora: “Ninguna de nosotras quería abandonar nuestro lugar de origen, pero como los ataques no cesaban, tuvimos que huir para salvar nuestras vidas”, reflexiona, sosegada, la Hna. Ilham.
Esta Dominica de 57 años de edad trabajaba en una iglesia de Mosul cuando el rápido avance del Daesh (Estado Islámico, en árabe) la obligó a ella y a su comunidad a salir corriendo prácticamente con lo puesto. En la actualidad, sirve a los desplazados que aún se encuentran en la ciudad cristiana de Teleskuf, en el norte de la Llanura de Nínive, en Irak.
“En 2016, unas seis mil personas tuvieron que abandonar Teleskuf. Cuando regresé a esta zona, todas las casas estaban abandonadas y muchas de ellas, destruidas. En Teleskuf de muchos edificios solo quedan los escombros. La escuela y el hogar infantil están destruidos, las puertas del convento fueron forzadas y la vivienda de las religiosas fue saqueada”.
Las Dominicas empezaron el pasado mes de mayo a restaurar su convento de Teleskuf, ubicado a algo más de 30 kilómetros al norte de Mosul. No han estado solas en esta misión, han podido comenzar rápido la reconstrucción gracias al apoyo de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). “He trabajado de siete de la mañana a siete de la tarde para que el convento esté listo para los niños”.
Con ello no se refiere solo al lugar y al equipamiento: “Ofrecemos atención durante el día a niños de tres, cuatro y cinco años. De las ocho de la mañana hasta la una del mediodía atendemos a unos ciento cincuenta niños de edades comprendidas entre los seis y los doce años, y de cinco a siete de la tarde acogemos a niños de doce años en adelante.”
Además de esto, las religiosas visitan a los miembros de la comunidad cristiana en sus casas e imparten el catecismo a los niños, además de prepararlos para la Primera Comunión. “Antes de la invasión del Daesh éramos cinco religiosas en el convento, mientras que ahora ya solo somos dos. Afortunadamente, pronto recibiremos refuerzos”.
Un lugar seguro para los niños
En lugar de mirar para atrás, la Hna. Ilham ahora intenta mirar al frente: “Me alegra ver que la gente retorna a sus hogares y que logran continuar con sus vidas”, dice sonriendo. “Es una vergüenza que el Gobierno apenas haya reparado la carretera: debería contribuir en mayor medida a la reconstrucción de los pueblos y ciudades. No obstante, nuestra mayor preocupación gira en torno a la seguridad en esta zona. Nuestra primera prioridad son los niños, que han cambiado a raíz de lo ocurrido: puedo afirmar que con la intensificación de los combates se han vuelto más nerviosos y agresivos”.
Todavía hay carencia de muchas cosas, pero la Hna. Ilham sabe encontrar un consuelo entre tanta destrucción: “Cada uno está dando lo mejor de sí mismo para que la convivencia sea armoniosa. Nosotras intentamos ayudar a los niños dándoles paz: en nuestro convento les ofrecemos un lugar seguro”.
ACN ha subvencionado la restauración del convento de Nuestra Señora del Rosario de las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena en Teleskuf con 45.000 euros. Como este proyecto, actualmente la fundación pontificia está ayudando a reconstruir 13.000 casas y más de 300 propiedades de la Iglesia destruidas por Daesh en Irak, a través de la campaña “Ayudales a volver”.
(Tomado de: op.org)